En uno de los ejercicios, del grupo del otro día, me salió rabia al darme cuenta de que no sólo tengo miedo a lo que yo puedo hacer a los demás, que esto es algo que ya sabía. Sino que, además, a ese miedo se suma ahora el que yo me puedo hacer a mí mismo, y esto me atenaza de una manera acojonante. Así, cualquier acción puede tener una consecuencia negativa, y me cuesta horrores llegar a tomar una acción.
Supongo que al ser más natural en mí el primer tipo de miedo, las sensaciones que me vienen son de autodestrucción, no de destrucción de lo externo.
Cuando pienso en tomar una decisión que me suponga un cambio, pienso en que si no lo digiero bien, me puede dar un chungo, y entonces suicidarme por ejemplo. Porque veo que tiendo a negativizar las cosas, a ver la parte negativa.
Además, que me lo tomo todo en serio, y eso no puede ser, pero no puedo evitarlo. Me gustaría evitarlo, pero de corazón: lo que me gustaría es que no tuviera yo ese fondo negativo que veo que tengo. Pero como lo tengo, me odio por eso.
Y no es más facil, simplemente, estar? Si no pasa nada! Ya. Pues mira. Pero que el regomello no se va, cojones. Cualquier perturbación en mi vida me genera malestar, y no tener ninguna también. Por eso el tomar iniciativas, que son fuentes de conflicto que veo que yo no estoy preparado para afrontar, me acojona mucho. Es que veo que no soy fuerte. Ahora mismo mientras escribo esto, se me agudiza el dolor en el estómago.
Y, joder, esto no se soluciona saliendo a correr. Incluso sacar mi rabia en canciones, poemas, cosas agresivas, me da miedo: porque generará conflicto en la gente que lo lea, y me lo traspasará a mí. Tendré que cargar con eso. Mejor no cargar con nada.
Tengo claro que así no es, que esta no es la manera. Que todo esto, aunque tiene sentido, no es la manera de estar en la vida. Pero me parece que los cambios que tendría que tomar para cambiarlo, serían demasiado. Al menos, ahora.
lunes, 21 de enero de 2008
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