lunes, 29 de noviembre de 2010

Besta ya!

Hoy he terminado de montar la puñetera estantería del salón, que me ha llevado más de un mes (¿dos?) desde que la compré. Eso sí, ahora ya no parece tan puñetera, y precisamente ya está acompañada de unos cuantos libros del palo.

Sentado en el sofá, ahora da gusto verla. Estantería BESTÅ del IKEA, la hermana mayor de la omnipresente librería BILLY. A ver, no es ninguna virguería, y no tiene ningún extra. Pero es un diseño que me hice yo mismo y que lo he montado yo mismo (y me he cargado la pintura del pomo de una de las puertas yo mismo, también). En blanco y negror, formando una columna blanca central con la columna de CDs de 40cm, y dos módulos a la derecha y uno a la izquierda de 60cm. El módulo izquierdo y el CD abiertos. Los de la derecha, unas puertas a tres quintos wengué, y luego unas pequeñas de un quinto blancas, formando un diseño de media cruz.

Bueno, pues oye, en eso he gastado la tarde. Eso sí, soy más lento haciendo estas cosas que el copón. Miro y remiro las cosas mil veces y aun así a veces las pongo mal y las tengo que quitar y volver a poner. No me ganaba la vida con esto, no.

El dia que Nietzsche lloro - pelicula youtube

Hola,
ya sé que os tengo un poco abandonados, fieles lectores de esta esquina de mi alma, algunas veces más concurrida que otras, y últimamente paisaje en barbecho esperando la nueva temporada para ver si la tierra ya está preparada para sembrar la nueva semilla. Y no, no es que me esté planteando ser padre.

Acabo de ver esta película que os recomiendo. Está puesta en partes en youtube, así que sólo hay que seguir el número del siguiente capítulo. Las actuaciones son mejorables en general, y los diálogos también, pero aparte del valor artístico, es una película que vale la pena ver para los interesados en la cura por la palabra o sus posteriores derivaciones, una de las cuales es la terapia gestalt. Salen Breuer (el que puso la semilla para los famosos trabajos sobre la histeria) y Nietzsche, en una curiosa relación terapéutica doble. Freud asoma la nariz cual Pepito Grillo. Menuda fauna la de los psicólogos de principios de siglo, échatelos a la cara.



Empiezo a trabajar dentro de una semana. Después de casi un año de no ejercer, espero recordar cómo se hacía. Consultaré si el código todavía se escribe de izquierda a derecha, como solía hacerse en mi era.

Y estoy paseando por los reinos de la soledad, que son bastante oscuros y en los que todavía la luz me ciega. Los destellos son todavía poderosos y mis ojos de topo quieren cerrarse y volver a la madriguera.

"Desde este punto ya no hay vuelta atrás", me dijo el terapeuta en el taller anterior. Da miedo, y también deseo, pero también miedo... y por ahora, estoy un poco aturdido con los últimos cambios y los que van a venir.