viernes, 29 de agosto de 2008

Estado entrelazado

Me toca abordar algo difícil: la valentía de ser uno mismo, sin saber muy bien qué coño significa. Y disfrutarlo. Tengo el futuro más incierto que el gato de Schrödinger.

Yo que siempre pensaba que era valiente, pues ya ves. Y ahora no sé muy bien a qué atenerme y todo me sabe a poco, y todo me sabe a falso. Las bases de mi sistema, ya no me valen. Todo es dudable, y hasta un extremo que me acojona. Empezando por mí. Y no veas lo que me jode.

jueves, 28 de agosto de 2008

¿Te vienes esta tarde a salvar el mundo?

¿Por qué no podemos ser ser felices si los demás no lo son?
Estoy escuchando a Franco Batiatto, "Pobre Patria", "Up patriots to arms", y otras canciones. Quiero que el mundo cambie, no haya guerras, etc. y me hace daño. Parece que no podemos soportar que nuestros hermanos las pasen putas. El hombre parece enfadado, o bien frustrado, por el hecho de que siga habiendo imbecilidad. Parte parece ironía, pero creo que hay ese sentimiento de fondo.

Pues vamos daos. Es decir: que si lo pasas mal cuando alguien lo pasa mal, si se te acelera el corazón al oír de un tornado aquí, inundación allá, incendio acá, matanzas allá, accidente acullá, estás jodido. Más vale que no te informes acerca del mundo. Porque siempre hay gente que lo pasa mal.

Valoro más una cierta retirada del mundo: "haced lo que queráis, si ya sé que pocos valen la pena y no espero demasiado de nosotros los humanos". Yo voy a ver si en lo mío, en mi mundo alrededor, etc. hago lo mío bien. Y oye, lo siento si los gobernantes son unos chorizos, todo podría/debería ser mejor, etc. Pues claro hombre, pero así llevamos milenios, hombre, sin haber erradicado la estupidez. Así somos los humanos. Así que, con erradicarla en uno y su entorno, ya es más que suficiente.

En la necesidad de salvar el mundo hay escondida una excusa para no salvarnos a nosotros mismos.

Big time

Quería ser grande.
Tuve miedo de ser grande, y algo me queda.
Ahora no tengo claro qué es ser grande, ni que sea lo que yo quiero.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Dependencia y responsabilidad: yira, yira

Hay que ver.
Esto de no sentirse querido, le da a uno una inseguridad asquerosa.
Y claro, la inseguridad causa repelencia, lo cual todavia agrava más la sensación de no sentirse uno querido. O al menos es más difícil salir del pozo. Y uno mendiga ese cariño, pero es tan evidente que se siente que uno da cariño por limosna. Y a nadie le gusta dar cariño como limosna. Y así va el círculo...

Hasta que a uno no le queda más remedio que quererse. No le quedan a uno más cojones. El carácter le lleva a uno a no querer quererse - a dejar a los demás decidir sobre el destino de uno. Es muy cómodo esto, y es difícil no caer en esta entrega cuando se tiene ese carácter. Retomar la responsabilidad de las propias acciones, deseos y en una palabra, movidas, es difícil. Desde esa comodidad del camino marcado, cada vez cuesta más tener que tomar una decisión cuando se presenta la ocasión. Se tiende a sufrir, a estirar el tiempo, y esperar a que sólo haya una opción, antes que responsabilizarse de los propios deseos y actuar en consecuencia - porque si sólo queda un camino, uno no tiene culpa de nada. No hay nada que uno se pueda reprochar: "no tenía elección".

A uno le cuesta ver cómo todo esto se relaciona. Me resulta curioso ver cómo hay gente que puede ver puntos sueltos, que al cabo te dicen "pues todo esto ya lo sabía", "pues no me dices nada nuevo". Pero les cuesta ver cómo se interrelacionan. Reconozco que me apasiona descubrir los mecanismos de la mente. Sobre todo del inconsciente. A medida que voy dejando a un lado este inédito miedo a descubrir en el que ando este último año y medio, vuelvo con más ganas a esta ¿sana? curiosidad.

No escribo instalado en ese punto neurótico del que hablo a modo de desahogo personal, pero sí que lo he tenido y mi carácter es tendiente a la dependencia(igual que lo es a la independencia: tengo muy marcada mi posición en este tema y los extremos se tocan), y lo veo en otra gente(en otra gente siempre se ve todo mejor).

Quizás sí lo escribo como desahogo de otra gente. Es decir, de lo que me involucro en lo que a otra gente le pasa. "Si te afecta es porque eres humano", le decía el agente Lou al otro agente que vomitaba cuando entraron a saco en la casa del dependiente de tebeos y éste estaba acostado con la madre del director Skinner.

martes, 26 de agosto de 2008

Libertad de ex-presión

Ya he hablado de mi rollo con mi ex otras veces. Cortamos hace más de un año ya.
Sin embargo, todavía conservo un algo ahí. Y no sé muy bien qué es. Cariño sí, la echo de menos a veces. No tanto por ella, sino por quién era yo cuando estaba con ella. Aunque en aquél momento, aquello no me pareció suficiente, y lo dejé. Y cuando lo pienso, efectivamente, me parece que ella no es ella.

Pero, siento extrañeza al pensar en que no estaremos juntos nunca más. No rompimos de cuajo, sino que mantenemos la amistad. Por eso sabemos el uno del otro(qué malo es eso, dicen algunos). Es una persona con un gran corazón.

Últimamente ella anda bastante ajetreada con su vida, y hablamos muy poco. Me molesta en concreto que me parece que ya no siente nada por mí, y eso es algo que me suele aceptar. Con lo enamorada que estaba de mí. A veces tengo las ganas de plantarme en su casa y dar un golpe de estado. Pero no, sería estúpido. (Ella tiene pareja ahora, además). Mientras no la tenía, lo pensaba pero me parecía que volvería a ser lo mismo, que además al pensar que ella cedía, ya me sabría a poco. Ahora que me parece que tiene a un sustituto, entonces me pica más.

Esto es: quiero cuando no me quieren. Cuando me quieren, ya no me interesa. ¿Te parece normal? Bueno, es una manera muy simplista de ver todo esto. Pero algo hay debajo que va por ahí. Si no me dan caña no me parece lo suficientemente bueno.

Algo de lo que he huido siempre, donde nunca he querido estar. La gente así solemos amar hasta la médula - pero nos aseguramos primero de que la luz que amamos nunca querrá a una polilla como nosotros de compañera. En el momento en que nosotros somos luz, y la otra polilla - entonces ya no interesa. Búsqueda de una guía en el otro.

Creo que la quiero de una manera posesiva, y eso no me gusta - y ya me ha demostrado lo malo que es eso la puta vida. Bueno. Yo qué sé. La echo de menos en mi cama, tantos meses después. Y en mi corazón. Me parece que no la quiero como pareja, pero la quiero, no sé de qué manera. No sé qué agujero dejó donde no había nada. Eso es lo que siento ahora, y no lo puedo explicar muy bien. Es extraño, aunque la marea lleve meses trayéndome este sentimiento cuando sube. Al fin y al cabo, el enamorado no era yo, sino ella.

Me sentía querido, adorado, y ahora ya no. Esa es la diferencia. Pero no quiero engancharme al necesitar sentirme adorado. No quiero eso. Sé que otro yo es posible, porque lo he vivido. Pero lo primero, es aceptar que es posible que esto sea así y no lo llegue a cambiar nunca. Que el picotazo me haya dejado su veneno bajo la piel y ya nada sea lo mismo, que tenga ese punto de dependencia toda la puta vida. Bueno. Al menos la selección jugó un partidazo.

sábado, 23 de agosto de 2008

Television Personalities

He encontrado este post sobre reducción del tiempo de ver televisión, en el blog de Steve Pavlina. Otro día hablaré más de este hombre, del que hay mucho que decir, o mejor, que leer.

Esto me ha traído al cabo mi relación con la televisión.
Allá por los comienzos de los 00', empezaba a pensar que la televisión me sorbía el seso, bueno, nos, en referencia a mi familia. En verdad, yo fui dejando la televisión de lado y volcándome más en internet, que era algo interactivo con muchas más posibilidades. El resto de mi familia veía la tele por la noche, hubiera lo que hubiera, y yo me aburría mucho - había cosas mucho mejores que hacer, no me interesaba aquello. Puede que esto ayudara a un cierto aislamiento social hacia mi familia.

Pero al lío. El caso es que, cuando decidí usar mi Erasmus para cambiar ciertos hábitos que no me gustaban, uno de ellos era la televisión. Yo abogué en mi casa por el no tener televisión, y finalmente conseguimos vencer, y no tener TV en todo el año. Aunque algunos comentaban que ver televisión en otro idioma enriquece el aprendizaje del mismo, el contacto social y la experiencia fue mucho más rica. Y seguramente aprendimos más inglés. Aunque una de mis compañeras se puso una tele en el cuarto. Su problema.

Continué con esta práctica, dentro de lo posible, otro año que viví solo en el extranjero. Me dejaron una tele vieja que se veía fatal. La vi un poco porque no tenía vida social ni internet todavía, pero en verdad veía poca cosa. En cuanto tuve internet, prefería ver películas en el ordenador, que realmente me interesaran - cine de autor(sobre todo francés de la nouvelle vague, iraní y coreano/chinorris). Y La Hora Chanante. El caso es que realmente me interesaba. Lo disfrutaba. veía lo que quería, y si no quería, no lo veía, y me ponía a hacer otras cosas que me gustaban más que comer sopa boba, como dibujar, escribir, hacer canciones, hacer deporte, leer, etc. Y entre ellas y nada desdeñable, dormir. Y en cuanto tuve vida social, alternaba el contacto conmigo(o retirada, en términos gestalt) y el contacto con los demás.

Me di cuenta de los beneficios de esta práctica. No tener televisión abre un nuevo mundo de posibilidades para el que la ve dos horas o más al día. Muchas veces uno está en casa tirado viendo televisión por defecto. A veces se me pasa esto por la cabeza, y entonces(si estoy solo) me enfrento al problema, y la apago. Y veo qué es lo que quiero hacer en este vacío. La mayor parte de veces, me pongo a hacer algo, digamos, productivo, que estaba dejando de hacer por ver cualquier mierda en la tele. Otras, me doy cuenta de que necesito descansar, y me tumbo en el sofá.

Otras, las menos, sigo viendo la tele. Pero esto es sólo cuando me interesa realmente. Aunque sea un partido de basket que quiero ver. Aunque, cuando a uno le interesa lo que está viendo, rara vez se pregunta ¿qué coño hago viendo la tele?.

viernes, 22 de agosto de 2008

Educado para competir

No he sido educado para saber disfrutar, aunque uno se educa a sí mismo en eso.
He sido educado para disfrutar - para disfrutar de la competición y conseguir cosas. (Pero ya me rebelé contra esto, quizá demasiado, porque creo que sí soy de naturaleza competitiva así que al menos vamos a disfrutarlo).
De ahí la culpa y eso que sale, no vaya a ser que disfrute demasiado y por no sé qué ley divina las cosas salgan mal, "esto no podía ser".

Corriendo

Esta semana está siendo de estar por casa.
No he salido para nada, excepto ayer y hoy que salí a correr, a hacer unos 3000 o 4000 metros, no sé cuánto es, porque no llevo podómetro ni nada. Pero cada vez me sale mejor, y me gusta más.

Llevo un mesecito o algo así tomándomelo un poco más en serio, desde las vacaciones que tuve... empezando allí, curiosamente, corriendo por la playa. Me sentí como un caballo al galope.

Reviso un poco el blog, y veo que no hace ni un mes que quería llorar sobre la espalda de mi ex. Me parece muy bien, y no me vendría mal - llorar no le viene mal a nadie -, pero llevo este mes sin tener ganas. Cuando me acuerdo de ella - menos de lo habitual - es de una manera mucho más amable. No necesariamente sexual. Y mira que había una química que para qué. Me acuerdo que los primeros meses - antes de meterle a la relación el componente de juicios y racionalizaciones que la queman - era verla y abrazarla, y a veces ni eso, y ya me ponía palote. Súperrelajado, andaba por la vida. Me acuerdo con añoranza de aquél estado, sin miedo ni egoísmo. Y algo queda, porque de normal, es acordarme de ella y me ataca el palotismo. Lectura: lo bueno es que sexualmente sigo en pie de guerra. Bien.

Volviendo al tema, que esto de hacer deporte es bueno. Mens sana in corpore sano, debía ser listo el que lo dijo, porque lo dijo en latín. Y relacionándolo con lo anterior: estoy sexualmente más animoso, y además cuando me masturbo, luego lo noto muy poco en mi rendimiento diario - recuerdo que por cuando empecé este blog, las pajas me dejaban baldado. Además, que me latía el corazón, justo después, a una velocidad que no me hago cargo.
Ahora estoy recuperando el tono. Porque cuando estoy a tono, me encanta el sexo. Hago arte del sexo, muchas veces he sentido la mano de Dios mientras follaba. Se trataba de sentirse guiado por algo, que sí que es uno, pero a la vez no y en realidad da igual. A lo que más se parece es al éxtasis artístico, a la creación sin barreras, libre, gozosa.

Ahora, que cuando no estoy a tono, me puede parecer más aburrido que la retransmisión íntegra de una maratón. Y para estar a tono, necesito confianza en mí mismo y con el otro. No sentirme agobiado, no pensar en lo que el otro puede pensar. Esto siempre limita.

Hoy me gusta hablar sobre sexo. De hecho, el hecho de que días después de escribir aquí por última vez, haya retomado con este tema, también es significativo. Ando más salido que el pico de una plancha, sí; pero es que eso es sanísimo. Porque yo me siento bien así, y va tendiendo hacia el que las cosas estén bien. A tope sin drojas, co.

La crítica es siempre aceptada, sí. No hay que darle la espalda al toro. Por ejemplo, me he percatado de un comportamiento compulsivo esta tarde al empezar una bolsa de patatas después de cenar: poco a poco me la he terminado entera.

Aunque, en la relación con mi familia cercana, aún hay mucho que limar.

Pero está claro: disfrutar es la mejor terapia. Anda que no. Nos vemos, tengan ustedes unos buenos orgasmos.

lunes, 11 de agosto de 2008

La ciencia de la exigencia

Muchas veces he pensado que sí, que puedo hacer muchas cosas bien, y entenderlas; pero sacarlas de dentro del todo, eso nunca voy a poder, y eso me anda jodiendo.

Pero quizás es sencillamente, que tengo un nivel de exigencia exagerado, por lo cual nunca voy a estar satisfecho mientras no alcance el tope de lo humanamente posible (Y quizá, ni aún así).

Eso que he dicho es una exigencia perfecta: en tanto que no es mensurable, por lo tanto siempre voy a tener la excusa para darme pol culo.

Mis mujeres erasmus I

Recuerdo que cuando estuve de Erasmus, me decidí a cambiar las cosas que no me gustaban, e intentar ir libremente (esto es, sin sabotearme) hacia lo que yo quería, con tranquilidad y seguridad.

Lo conseguí. Aparté de un plumazo la mayor parte de mis neurosis: porque tenía claro cómo quería ser, y que ellas no me llevaban a ningún lado. En general, me quería querer. Sabía lo que quería y quería conseguirlo.
Pero aun así, como es natural, hay cosas que uno quiere y que aun así no es posible conseguir. Hoy: mujeres.

En cualquier caso, yo hice mi parte. No tardé en declararme a mi compañera de piso, de otro país, de la cual me enamoré muy pronto. Otras veces, he esperado a estallar, a no poder más, para declararme; cuando el resultado es "me declaro porque no puedo más" y esto nunca funciona. En este caso, intenté seducirla antes de que el agua llegara al río. Casi resulta, pero no. Pero estuvo bien hecho.

Pero yo no estaba ahí para perder el tiempo.
Conocí algunas chicas, extranjeras, que me gustaban mucho. Una de ellas, tenía un novio inglés. Así que aunque me gustaba, la descarté. No estaba ahí para perseguir sueños imposibles. Además tenía aquello de la fidelidad como una obligación dentro de mí. Se trajo una amiga unos días, y yo como iba muy salido, se los tiré. La verdad que era fea: supongo que todo el mundo se estaría preguntando cómo es que yo se los tiré a esa, con la de otras chicas guapas que había alrededor. Si pienso un poco, seguramente era porque:
a) a priori uno puede inferir que a más fea, más fácil (cosa que en la práctica no es así para nada). Y yo tenía hambre.
b) no era de mi círculo sino una amiga, así que no pasaría nada: ella se iba(concretamente al día siguiente), y todo volvía a su statu quo.

Al parecer, resulta que a la chica del novio inglés, que era alemana, le gustaba yo. Pero se había echado ese novio inglés, que además no me caía mal. Recuerdo que una tercera amiga, intentaba llevarse a mi ligue al baño continuamente, estaba interrumpiendo todo el rato, y si esta chica ya me caía mal de normal, pues ahora más. ¿Pero qué cojones estaba haciendo? ¡Que me deje ya! ¿Que pasa, que las feas no tienen derecho a divertirse? ¡Hija de puta!

Entre tanto, yo fui a pedir una cerveza a la barra. Ya andaba yo algo borracho y además contrariado, bueno, cabreado, por todo esto. ¿Por qué me estaba jodiendo? En fin... en esto, que vino la del novio inglés (que estaba en el pub también), y me dice no sé qué cosas. Tal como me lo decía, con la diferencia de idiomas, etc. no entendí lo que me quería decir: que le gustaba yo. Lo entendí a posteriori, porque quizás no lo quise entender. Pero la verdad es que me gustaba, y fantaseaba en si tendría el pelo del chocho tan rojo como su pelo. Aparte de esto, me gustaba de verdad, en plan amor sereno, eso sí; no amor loco como mi compañera de piso. Se la veía buena chica, muy guapa, agradable, en fin. Como ella andaba con el novio este, se ve que yo no la entendí: creía que me quería explicar por qué la otra estaba dando por culo todo el rato... yo no quería entender nada. En cualquier caso, ella tenía novio y no me gusta a mí poner los huevos en el nido de otros.

Al poco yo me eché una novia, española. No es que me gustara especialmente. Me caía bien y tal, pero bueno. No era especialmente guapa, aunque sí bastante resultona, y muy inteligente(o más bien estudiosa) y, sin ningún tipo de tabúes en la cama. Ahí lo pasábamos muy bien.
No estaba enamorado de ella, y me resistía a llamarla mi novia, pero bueno, me vi arrastrado por la corriente y al final sí que empezamos una relación. Ella sí estaba enamorada de mí, por completo.
- "La tienes loquita, ¿eh? Oye, ¿tan bien follas?" - me preguntó mi vecino andaluz en una fiesta.

Al poco, la alemana dejó al novio. Nos dejamos de ver tanto como antes, cosas de círculos de amigos y tal, y se fue enfriando la cosa. Pero en realidad, siempre guardamos algo: cuando nos veíamos en fiestas, ella venía y me daba un abrazo(y eso que era alemana, y no de las locas sino de las good girls), alguna vez que otra desmedido... despertando los celos de mi novia. Aunque hubieran pasado meses desde la última vez que nos habíamos visto. Ella me gustaba más que mi novia. Pero seguía con ella, aunque nunca me terminó de parecer buena idea lo de salir con ella. Lo pasábamos bien, pero... pues eso.

Siempre seguí enamorado, de mi compañera de piso. Con ella, no me hubiera importado saltarme aquello de la fidelidad. Pero ahí no dependía de mí: era ella la que no quería. Y yo lo sabía. Teníamos una relación especial, que también levantaba los celos de mi novia (y con razón): era evidente que yo quería más a mi compañera de piso que a mi novia. Pero ella me quería mucho y supongo que, o no lo veía o no lo quería ver.

Quizás este modelo (sacrifico lo que yo más quiero por algo que no está mal) es algo que he hecho varias otras veces en mi vida(no sólo en relaciones con mujeres: trabajo, amistad, familia, etc.), y que me ha parado de avanzar muchas veces. Que puede terminar con el que uno no sepa qué es lo que realmente quiere, que es lo que me pasó con mi última relación, y es lo que me viene pasando, y siendo evidente, desde entonces.

Hubo más mujeres, y más cosas que contar. Será otro día.

lunes, 4 de agosto de 2008

Si la envidia fuera tiña

Hay gente que lo hace mejor que yo. Esto es una evidencia que ya expuso el Duende Tortuga en Dragon Ball: "siempre hay alguien mejor que uno", le espetaba a un atento Son Goku.

Por lo tanto, mejor disfrutar con lo que éstos hacen, y no preocuparme si yo sería capaz de hacerlo mejor o peor, imaginarme en su sitio, pudrirme de envidia, etc. ¿Para qué? Ellos son ellos y yo soy yo. Hasta donde yo pueda hacer haré. Y si no puedo hacer nada, tonto sería si no disfruto, estando a mi alcance, con lo que hacen los demás.

Por alegrías

Llevo unos días ya, y empezando en medio de las vacaciones, de alegría corporal.
Siento la alegría en mi cuerpo por el sólo hecho de estar ahí. Y el goce de compartir y compartirla. Los arrebatos mentales pierden fuerza desde esta perspectiva, y todo lo que está más allá de mis necesidades actuales me da un poco igual.

Ayer me enfrenté a una situación crítica, por lo grave e inesperada, de un buen amigo. Sentí eso de la presencia. Sí, no pude evitar sentirme terapeuta, pero es que yo vi que él está en un punto similar, muy crítico, a aquél en el que yo me encontraba cuando empecé este camino... y no pude por menos que recomendarle que lo probara. Tampoco es la primera vez, por otra parte.

Quizás tenemos una gran diferencia: su carácter le putea bastante más que el mío a mí, y lo tiene muy acojonado. Va a ser un camino largo y difícil el suyo si es que toma la determinación firme de caminar por él (tal como es él, creo que se tiene que encontrar al borde del abismo para reaccionar). Pero si la alternativa es repetir los ciclos depresivos, y cada vez con más fuerza, me parece que no hay alternativa.

viernes, 1 de agosto de 2008

Arte hijoputa

Hay gente que se centra en proyectos, tanto, que se olvidan de su proyecto esencial: su propia vida.

En este prolongado tiempo de (llamar al gabinete de prensa del PSOE para insertar sinónimo de crisis que no suene muy mal aquí), he tenido la sensación de que empezar/continuar algún tipo de proyecto artístico ambicioso, supondría el olvido o rechazo de mis problemas esenciales - que no su cura. No sería un plantarles cara sino un hacerlos crónicos, por el utilizar esos problemas para nutrir el arte - pero, ¿qué pasa conmigo?. Que hubiera corrido el riesgo de perderme en el proyecto.
Innumerables son los ejemplos de artistas que han escogido ese camino: nutrir al arte con el propio dolor. Cuando es al revés(el arte nutre a uno, a modo de terapia), es cojonudo. Aun doliente, se disfruta, en cuanto que sana. Pero en este otro sistema, uno pierde el control de uno: se identifica con el arte en vez de consigo mismo, y tiende a sufrir en nombre del arte como si fuera un deber supremo - utilizar al arte como razón para la autodestrucción.

Vi que eso podría ocurrirme a mí si me hubiera abandonado en ese camino. Ése era el miedo.

Recuerdo haber relacionado este pensamiento con el amor por la humanidad, en tanto que el artista siente que le debe eso a la humanidad, entregar ese arte que si no lo hago yo no lo hace nadie. ¿Amor a la humanidad? ¿No será más bien ego exacerbado, necesidad de sentirse salvador? O también, desde el otro polo, autodevaluación(en tanto que necesito entregar algo excepcional al mundo para sentirme merecedor de la vida)?

En fin, en cualquier caso, les dejo un refrán que añadir al vasto refranero castellano:

Arte que no se disfruta, se lo quede el hijoputa.