lunes, 31 de marzo de 2008

Odio a la expresión artística

Cómo es posible, no me reconozco. Yo con odio y repulsión a la expresión artística... la que no me parece absolutamente auténtica y estalla sin mucha fuerza.
Hoy con Ivan Ferreiro, otros días con otras cosas, con películas, con otras canciones que me solían gustar. Yo que cuando menos, tenía muchísimo estómago para entender y disfrutar cosas nuevas, cualquier música... me he vuelto intolerante. Cojón.

Ahora, que viva el flamenco, eso sí me parece auténtico. Y me ataca ese pop de adolescente remilgado que arrastra las eses y se hace el sensible para las mujeres. Ese pop que yo mismo degustaba. No, ahora yo quiero rabia, porque no tengo paz, la que hace falta para disfrutar el pop.

Rabias y manías

No me gusta mi vida desde aquello, casi un año ya, por primera vez en mi vida.
Cada vez me importa menos el que no me guste, también he de decir.
Pero con lo que tengo, es decir yo, tampoco se me ocurre una vida mejor, así que tampoco sé a qué cambiar.

Y aunque es cierto que cada vez me importa menos, también me asusta que cada vez me importe menos. No sé si es que me identifico con otras partes de mí, no sólo con lo que mi cabezota dice, sino con otras partes también... o con nada en particular. Gestalt dice que esto está bien.

Ahora mismo tengo rabia dentro que se me queda dentro. He hecho un poco de gimnasia y por lo menos ahora la siento más y le cojo más confianza al estar rabioso. Dirijo mi rabia a mis padres... y no sé por qué. Ayer comentaba con mi ex, que es normal que después de haber vivido fuera, se les coge manía a los padres. Yo los admiro, pero a la vez me parece que les tengo manía, no me gusta lo que me transmiten... y no puedo racionalmente explicarme por qué me ocurre esto.

Quiero destrozar cosas y a la vez noto cómo me implosiona por dentro y me noto el sudo que me acaricia, y odio esta caricia que me pide, que me exige calma, y me hace agriar el rostro y me sale cara de asco y repulsión agresiva, puta mierda.

Marmotako

Sí, sí, duermo como una marmota. Estoy haciendo mi hibernación particular, ahora que entra la primavera.

Me doy cuenta de que me importa todo menos, pero también de que eso me vuelve mucho más inactivo. Es posible que sea porque estoy acostumbrado a mantenerme activo a base de exigencias, y que si me las quito, me vuelvo un oso perezoso. Me cuesta activarme por sólo objeto de mi deseo. Pero quiero ir construyéndome mejor, desde abajo... así que estoy, digamos, haciendo suelo.

jueves, 27 de marzo de 2008

No Guru no Method no Teacher

No guru, no method, no teacher,
just you and I
and nature.

"In the Garden" - Van Morrison

Me gusta esta visión de la vida. últimamente me dirijo a ella. Aunque no comparto el cristianismo de Van Morrison, pero sí muchas partes de su espiritualidad, palabra que nunca he terminado de entender.

A ver si la he cagado

Cuando era adolescente, recuerdo que empecé esa tendencia a pensar, planificar hacia delante.
Por ejemplo: "Como los genios son unos desgraciados, prefiero no serlo(y no esforzarme por ello, vaya)." o asegurarme de que no pensaré en mi lecho de muerte "a ver si la he cagado". Y esto me hace mella en mis decisiones, a mayor o menor medida, puedo verlo. Especialmente, cuando me intento ver en el futuro con una pareja.

Al hacer esto, no me daba cuenta de que planificaba con el estado mental del momento, un estado mental adolescente (aunque para ser adolescente fuera bastante maduro). Claro, estas pre-decisiones no tienen en cuenta la evolución de uno mismo, por lo cual uno se tiene que frenar para que las pre-decisiones tengan sentido... pero dejan de ser reales, no se adaptan a la realidad: ahí uno hace el esfuerzo de adaptarse a esas convicciones en vez de a la realidad y nace la neurosis. Pero, significa en la práctica de alguna manera el sentirse terminado, como cuando un caracol deja de producir babas para su cáscara y se preocupa de endurecerla, de decir: ésta será mi casa, y no crecerá más, y ya me dedico a defenderla y sacarle partido.

¿Somos caracoles? ¿Amebas con pseudópodos que nunca dejan de crecer? ¿O estrellas de mar con brazos que se separan? O... ¿todo esto junto?

miércoles, 26 de marzo de 2008

Que sufras

Últimamente estaba generando sentimientos de amor verdadero por mi ex, de comprensión, aceptación, de reconocimiento de sus virtudes, de querer verlas.
Una de las cosas que más me gustaba de ella era su corazón, grande y enorme, capaz de amar con todo. Una forma de amar que incluso me intimidaba ya que yo no me veía capaz de amar así de manera continuada.
Aunque siempre tenía por dentro yo la sensación de que ella albergaba dentro una malicia, una violencia, una rabia inconsciente por debajo, que saldría sólo en situaciones de emergencia, cuando tuviera que salir en defensa de su orgullo. Es decir, que tenía dentro alguna espina que no le dejaba estar en paz, aunque la tuviera muy encerrada y ella misma no supiera que existía. Y que fuera la raíz de su susceptibilidad. Pero, claro, cómo se explica esto.

Bueno, por fin me dice que quiere que sufra, que lo pase tan mal como ella y la gente que ha venido después lo ha pasado. Que llore de rabia. Que no me queje, con lo que ella ha pasado. Le reconforta mi tristeza. Está bien que haya dicho lo que piensa. Y además, me parece natural lo que siente.

Lo primero que me ha salido es "tu no sabes cómo lo he pasado yo", porque la verdad que lo he pasado muy mal, quizás de forma diferente, pero peor no lo he pasado en mi vida. Luego intentar comprenderla. Luego he pensado, "parece como si no se permite ser mala de normal". Por lo que su gran corazón puede ser en parte una obligación del superego, no algo natural. Luego he pensado que quizá sea yo el que no se permite ser malo de normal. En fin, qué más dá.

Todo esto me ha frustrado sentimientos hacia ella, pero la verdad que lo relativizo, porque sé que me quiere y yo a ella, a nuestra manera. Es bueno que haya este movimiento aunque yo no lo esperaba. En parte me siento como si me hubieran dado un respiro, una razón para pasar definitivamente de todo este tema y empezar de cero, soltar un lastre que vengo arrastrando desde hace tiempo ya. Aunque me falta decisión para dar el golpe en la mesa.

Yo, sin embargo, lo que pasé no se lo deseo a nadie.

martes, 25 de marzo de 2008

Somnolencia

Tengo mucha somnolencia últimamente. Me doy mucho al dormir, y mi vida no es cansada ni mucho menos, una vida en la que tenga que hacer muchas cosas. En realidad ejercicio físico hago muy poco en mis rutinas diarias.

Por las mañanas no puedo evitar quedarme somnoleciendo, aunque no llegue a dormir, pero imaginando cosas, viendo las películas que me ofrece la pantalla de plasma de mi mente. Inacción, inactividad, y ya no me atrapa tanto la culpa del no hacer. Y esos miedos de que me quede atrapado en esta inacción y que cuando de verdad necesite mi cuerpo para la acción, no esté preparado para ello y por eso me pierda la gran oportunidad de mi vida, por no haber querido luchar contra mí mismo lo suficiente... son cosas que cada vez me son más ajenas aparte de irracionales.

Creo que mi cuerpo está segregando más endorfinas. Y tengo más deseo sexual. Y eso es bueno.

VIvo en el pasado

Vivo en el pasado, pues sí. En parte. Aunque ya lo sabía, lo he vuelto a ver claro.
Vivo en el pasado de la relación con mi ex, que aunque no nos vemos, nos mantenemos en contacto. Y aunque tiene pareja ahora, no puedo dejar de pensar que a nadie quiso, y probablemente quiere, como a mí. Y que tiene un corazón muy grande, que no le cabe en el pecho, y otras cualidades que no supe valorar en su justa medida.
Eso pesa mucho.
Siento que sí, que me apetece volver a ser su pareja, estar con ella. Que todo este año ha sido como una preparación mía para la vida en pareja con ella. Lo cual me asusta. Por el hecho de perderme, en lo necesario para esa relación, y no lo necesario para mí.
Qué es lo necesario para mí.
No lo sé.
Vivo en el pasado de recordar tiempos mejores, años mejores, el erasmus, etc.
Y soporto como puedo el tedio actual sin tener muy claro quién soy.

jueves, 20 de marzo de 2008

Dependencia e Independencia

Me he criado en un ambiente donde la independencia de los demás primaba. Y es algo que está muy bien: en realidad un ser humano, no necesita a los demás para vivir. Son las dependencias que se crean con los demás, las que fabrican esto.

Los lazos de dependencia sobre los demás, nos hacen perder la responsabilidad para con nosotros mismos. Nos es más fácil delegar en los demás esa responsabilidad, y creamos una dependencia del otro, nos volvemos un poco inválidos para continuar de algún modo en una relación. De todo tipo, no sólo sentimental: laboral, de amistad, fraternal, etc.

En esta sociedad hay mucha más relación entre los miembros (si bien superficial) de la que nos conviene. Es decir, hay muchas más en cantidad, pero lo que en realidad nos aporta es la calidad. Y de eso, de eso, menos. Un miembro deja de ser un igual para ser un objeto con quien probablemente no vuelva uno a interferir directamente.

Es una tentación, dejarse mecer por la irresponsabilidad, por la dependencia. Una tentación en la que caí, y de la que disfruté sus mieles, y de la que me está siendo muy difícil salir. En realidad, descubro que anteriormente no tenía una independencia serena, sino una evitación de la dependencia, de la misma manera que no fumo porque en su día, siendo un chaval, tomé la decisión de no empezar porque no me fiaba de mí mismo: si empezaba, era probable que me enganchara. Absolutamente sensato en este caso, pero quizá esa evitación del enfrentamiento, del peligro, lo haya tomado como tónica general en mi vida.

Cuando hablan de Revoluciones para la Independencia, me echo a reír. O a llorar. No, a reír.

Autoengaño

¡Seis días sin escribir por aquí! Wow, esto es todo un hito.
No sé si significa que me rayo menos, o simplemente que he estado algo ocupado en lo profesional y en lo emocional, y además tengo tortícolis, ay.

¿Me avisará el cuerpo de que no miro a los lados? ¿O de que debería fijar más mi vista al frente y dejar de mirar a los lados? Por esto no hay que hacer ni puto caso a estas cosas... el que quiera que le dirijan las señales que cree ver en la nada (en realidad están en nuestra puta cabeza) pues adelante, pero como a mí lo de autoengañarme (con estas cosas) se me acaba cayendo porque me es evidente - otra gente parece "no pensar en ello" y obviarlo, y disfrutar su autoengaño.

Yo seguro que también me autoengaño, como todos un poco. Como con mis expectativas u otras cosas donde soy yo quien no puede ver dónde me estoy engañando. Los dioses en el stand de al lado, gracias.

viernes, 14 de marzo de 2008

Relax de sílex

Encuentro que mi cuerpo se encuentra, aunque algo congestionado por un virus, más relajado. Que en verdad estoy re-adoptando el "no tengo que hacer nada", que curiosamente es la cultura que yo me fui fabricando conscientemente, aunque por debajo se fraguara la gana de la maximización.

Ahora que mi hermano parece que sale de la ducha, me entra el regomello de tener que terminar este post "para no tener que esconderme" de su mirada. Ah, que horror, ¿no? Pero sí, no me gustaría que supiese de este blog, claro.

Y lo que protejo, lo hago desde una tensión con los cinco sentidos puestos en las perturbaciones externas... ay.

Voy a mear.

Lo mejor posible

Yo siento cada vez menos la necesidad de hacer las cosas bien, de que las cosas salgan bien; y no bien, sino lo mejor posible dentro de mis posibilidades.

Eso no está mal en sí, lo malo es amargarse si eso no pasa; es decir, el poder aceptar que no es lo mejor pero que a partir de un punto no vale la pena preocuparse por no mejorar.

Ahora sé que sí que es algo que me persigue si le/me dejo. Que me sale así, pero que no tengo porqué darle bola.
Además, uno aprende a valorar lo poco cuando mira hacia lo que tiene en vez de lo que le falta.

Aun así, tengo la nostalgia del artista.

Con el mazo dando

"¿Te has preguntado qué das a los demás?"

Tengo un amigo que se queja de que "no se le hace mucha atención", que no se le llama para quedar, etc. Pero parece que la autocrítica no está entre sus planes. "Yo soy como soy y no voy a dejar de ser quien soy para agradar a los demás". Bien. Pero acéptalo y no te quejes tanto, entonces.

Creo que lo que mi amigo debería entender es, precisamente, el vacío. Y él sabe, que tiene ese "horror vacui" que le hace llenar de cháchara sobre temas impersonales el tiempo.

La presencia para escuchar, dar presencia. Eso que a veces, puede ser difícil de entender, porque a veces es más fácil ver la falta de algo que lo que se nota cuando está.

Yo también pienso, para mí, qué doy a los demás. Desde luego, como casi todo, si algo pasa, por algo será. Otra cosa es que uno quiera o esté dispuesto a aceptar el por qué.

jueves, 13 de marzo de 2008

No hay nada mas

Todas los tejemanejes mentales que tenemos, de autocastigo, autorechazo, etc..., hacia dentro, probablemente tengan su origen en la pregunta "¿Es que no hay nada más?".

Pensad en ejemplos de aplicación en vuestra vida diaria, tirad del hilo y mirad si este patrón se os ajusta.

Y como decían en la Bola de Cristal: "Si no se te ha ocurrido nada, a lo mejor deberías ver menos la tele".

Lucha fraternal

Hoy estoy algo vacío. Hablar con mi hermano de cosas "del alma" me pone en estado racional, desconectado, inafectado... Él mira desde esa barrera desde la que más o menos entiende pero no muestra sentimientos, aunque los tiene. Y yo, como suelo hacer, lo imito.
Pero no me siento mejor tras hablar con mi hermano de temas profundos, tras desnudar mis pensamientos, sentimientos, etc. Me suelo quedar tenso. Y yo mismo me noto hablando con reservas, midiendo las palabras con lupa para dar con la expresión exacta... ¿y qué pasa cuando no se puede expresar con palabras? ¿No existe? En el papel que yo me he montado en mi familia, al parecer, no.
Será cierta competición a ver quién es "más duro"? A ver quién es mejor, a ver quién habla de las cosas con menos afectividad.
Y yo mismo me doy cuenta de que no se me ocurren cosas que le puedan molestar o tocar, porque me toquen a mí. Siempre desde una distancia aséptica. Ay, como lo odio, pero cuando estoy en esa dinámica, no sé cómo salir.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Las fiebres del héroe

Recuerdo que cuando tengo fiebres, siempre son fiebres altas, mucho. Es decir que mi cuerpo se defiende de la agresión con uñas y dientes, totalmente centrado en eso, y lo demás no importa.

De alguna manera, lo he leído como si fuera que el cuerpo se identifica con la lucha contra esa agresión, con la propia idea de vencer y lograr el objetivo, aunque ello pudiera causar una gran fiebre que podría ser irreversiblemente perjudicial para mí mismo.

Veo un paralelismo con el hecho de centrarme en una cosa, identificarme con algo, una tarea por hacer, y olvidarme de mí mismo mientras estoy en eso. Tradicionalmente siempre he tenido mucha capacidad de sacrificio respecto a la tarea que quisiera llevar a cabo. Esto es, poner a la tarea por delante de mí. Supongo que es esa cosa de los héroes, que en realidad lo que pasa es que mientras están en la heroicidad se pueden olvidar de sí mismos y tienen la sensación de ser aceptados.

Y quizás eso esté en mi naturaleza, pero ahora me niego a eso, no me lo permito porque me da miedo. No salvaría a Francia de los ingleses... o quizá sí, si llegara el momento. Qué más dá.

Seis pasos hacia ninguna parte

1. Sentía que estaba predestinado para algo grande.
2. Ví que no se realizaba con el modo de vida que llevaba, y que tampoco era feliz con una cosa ni con la otra.
3. Mandé esa exigencia (1) a tomar por culo, y como una liberación, me dije que vivir con mis propios medios, a mi manera, era suficiente.
4. Llegó un punto en el que una vez más o menos conseguido el punto anterior, la exigencia del punto 1 volvió a salir.
5. Me la creí de nuevo.
6. Resultado, volver a la misma mierda de siempre.

martes, 11 de marzo de 2008

Recuerdos de una despedida

Recuerdo el día que me fui definitivamente de casa de mi ex, recuerdo cuando estábamos en la terraza, abrazándonos, recuerdo su olor, su suéter negro, su ternura, mi resistencia a la relación... y sus besos, sus abrazos, cómo me incomodaba y a la vez me excitaba.

Sentía que tenía que irme para demostrarme a mí mismo que podía hacerlo. Y lo hice. Pero... ¿qué esconde esa necesidad? Y, ¿por qué no me siento libre, como pensaba, desde entonces? ¿Porque ya no imagino mi vida sin ella, pero con ella tampoco?

Quiero estar loco

Puedo notar cómo hay una parte de mí que quiere que me vuelva loco. Posiblemente, para no tener que enfrentarme a la realidad: tendría total libertad, estando loco.

lunes, 10 de marzo de 2008

La sonrisa cómplice

Con lo que me cuesta reír, reír sinceramente, quien lo haga sin que esto sea por una rendición mía a una corriente invasiva de risas y sonrisas, me tiene ganado. Soy un hueso duro de roer, aviso.

La paz de la sonrisa cómplice es impagable.

sábado, 8 de marzo de 2008

La presencia estomagante

La presencia me genera dolor de tripas, regomello estomacal.
¿Le pasará al resto de la gente?

(Ya, igual no es presencia... pero yo la siento así, o más acertado, las perturbaciones de la presencia, son las que me crean ese regomello).

jueves, 6 de marzo de 2008

Nízcalos en el monte

El olor de mi pelo sucio me recuerda al de los nízcalos en el monte, entre el tomillo y los pinos.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Como se mecen los niños


Como se mecen los niños, las hojas
al viento
escuchando al león de Irlanda,
el viejo.
Como se viaja en el coche,
durmiendo,
por la tarde cuando el padre
iba conduciendo.
Sintiendo la nada y el nada
que hacer.
Con derecho a todo, y sin derecho,
por la no necesidad
de derecho ni deber.

Eso es mierda

Cuántas veces me he dicho, "eso es mierda", respecto a muchos pensamientos que efectivamente no llevan a ningún lado pero que disparan miedos, fobias, etc. que pasan a lo físico.

Recuerdo que las pensaba, pero a la vez era consciente de que sólo eran eso, construcciones mentales.
"Me ha escrito una carta mi abuela del pueblo, ¿no será que mi abuelo ha muerto?"
"Mis padres están en el pueblo y no han llamado hoy, a ver si han tenido un accidente."

Recuerdo en la era pre-móvil, que mis padres se iban todo el fin de semana y como tampoco había teléfono en el terreno, pues no pasaba nada. Y si llegaba el domingo por la noche, a las once y no habían llegado, pues no me ponía cardíaco ni nada: se habrán estado más rato haciendo no-se-qué. Que normalmente es lo que ocurre siempre, pero nosotros no sólo nos ponemos en lo peor, sino que encima lo sentimos, lo comenzamos a sentir... nos queremos adelantar. No entiendo por qué. ¿Qué ganamos con esto? Realmente nada porque sólo nos genera malestar. Y realmente tampoco nos previene, porque si luego lo que ocurre ocurre de verdad, no es cierto que estemos más preparados para afrontarlo por haber tenido esos pequeños miedos, más bien estamos más tensos y menos preparados.

Durante mi infancia, adolescencia... estas "premoniciones" no tenían fuerza, porque me crié en un ambiente muy con los pies en la tierra, muy fijado en lo obvio... muy gestáltico, sin saberlo, claro. Siempre pensé que mi padre era un gran taoísta, aunque no haya leído un libro de filosofía (y pocos de los otros, y creo, nunca ninguna novela, quitando los libritos de westerns de Marcial Lafuente Estefanía).

Esta es una de esas cosas que también la Gestalt adopta: en cuanto que, al ser consciente de esos miedos, y saber que son irrealidades, que pertenecen a la fantasía, puedes restarles importancia y por lo tanto fuerza. Awareness de ese.

El beso

El beso es el cebo de la voz de vos.
(Leer con acento argentino)

Gracias Albert por plantar la semilla que le dio pie.

Centrado en el infinito

Me siento con poder y centrado.
Durante todo el día no me he sentido muy bien.
He trabajado, luego he salido a hacer una visita a un familiar enfermo donde he sentido bastante regomello estomacal e inseguridad en ciertos momentos, pero bastante bien en general.
Luego he echado unos dardos en un bar, y he jugado fatal, subrayándome mi desatención corporal en aquél momento, que no me extraña porque no he hecho nada de movimiento corporal ni deporte hoy, y me encontraba bastante cansado.
Al llegar a casa he tenido un pequeño conflicto, y durante y después de él me he sentido sólido y me ha gustado. Incluso, con gusto. Con gusto por la Gestalt, por la expresión sincera del arte, y con menos miedo en perderme en él. Tengo miedo a poblar el arte sin límites sin estar habitado internamente, me siento débil y sin fuerza para responsabilizarme de lo que salga.

Cada vez me importa menos que nadie me entienda y que por este motivo pueda quedarme sólo, pueda ser un bicho raro, pueda generar simpatías pero nunca afectos profundos, que es como se suele tratar a los diferentes, a los inteligentes, a los ingeniosos, a los genios. Máximo respeto, pero no te acerques a mí. Lo admiro mucho, pero nunca me podría enamorar de él. Me parece un tipo muy interesante, pero no lo llamaría para echar unas cañas. Esas cosas, a las que les tengo tanto, tanto miedo.

Me va entrando más el arte: las canciones, la danza, me va generando sensaciones reales y no coartadas e implosionadas. Aceptar estas sensaciones con gusto, como una reafirmación de estar vivo, como solía ser entonces, como eran las razones que han construido mi amor al arte, un amante que tengo olvidado, porque ya no me excitaba como antaño.

martes, 4 de marzo de 2008

Defendiendo la cacota

Me siento en mi ciudad y en mi entorno como si tuviera que defender una manera de ser, de estar en el mundo con la que ya no me siento cómodo, de la que de hecho me quiero deshacer... pero tiendo a seguir en ellas como el tren por los raíles del suelo.

Una manera de ser, llena de control y de preocupaciones. El caparazón que me he vuelto a poner. Una manera de ser a la que le incomodan sus propios deseos. Una manera de ser que quiere ser estrella, brillar en lo alto, o no brillar; con un punto de rencor, de desapego con la humanidad, de huida hacia arriba. Y que también tiene miedo de ese estar allí arriba, solo, mirar abajo y no poder ver nada... en búsqueda de la gran cosa, la gran historia donde solo yo pueda ser ese gran protagonista que esa gran historia necesita, con otros grandes personajes involucrados, que deben ser grandes.

Y a la vez, de rechazo y desagrado conmigo mismo, porque no me gusto ni entiendo que le pueda gustar a nadie que me conozca profundamente. Si me quieren, lo hacen por partes de mí que a mí no me gustan. Si no me quieren, lo entiendo y me enfado conmigo mismo por no mostrarme a mi mismo, como si fuera mi culpa... me mareo por los extremos.

Y entre muchas diferencias de un año a esta parte, tengo una crucial: la falta de fe en la vida, en lo que va a pasar. El miedo, ya que ya había adoptado la postura de, ante la duda, mostrarme. Ante la duda, sacarlo, hacerlo, llevarlo a cabo. Y ahora siento el miedo y el encogimiento, incluso ante cosas que no van conmigo.

Crecimiento personal

Varias veces he pensado que, los que nos interesamos por eso que llaman crecimiento personal, somos simplemente gente que no nos aceptamos, que no aceptamos el orden natural, nuestro lugar en él, a los demás, o cualquier combinación de no aceptaciones.

Que queremos más, que somos niños mimados que pensamos que la vida nos prometió más de lo que nos da, o que podemos ser más y mejor.

Y al final terminaremos aceptando que no hay más ni mejor ser que el sentir la plena aceptación de lo que hay. Como una rendición.

Esa cosa que mucha gente de a pie, que incluso se puede reír, asustar o causar rechazo, de las terapias de desarrollo personal, lo hacen a diario mucho mejor que los que buscamos ayuda, sin saberlo. A la fuerza, habiendo aprendido con la vida como maestro.

Como el ciempiés que mueve sus cien pies al son sin pensar en cómo lo hace.