Cuando era adolescente, recuerdo que empecé esa tendencia a pensar, planificar hacia delante.
Por ejemplo: "Como los genios son unos desgraciados, prefiero no serlo(y no esforzarme por ello, vaya)." o asegurarme de que no pensaré en mi lecho de muerte "a ver si la he cagado". Y esto me hace mella en mis decisiones, a mayor o menor medida, puedo verlo. Especialmente, cuando me intento ver en el futuro con una pareja.
Al hacer esto, no me daba cuenta de que planificaba con el estado mental del momento, un estado mental adolescente (aunque para ser adolescente fuera bastante maduro). Claro, estas pre-decisiones no tienen en cuenta la evolución de uno mismo, por lo cual uno se tiene que frenar para que las pre-decisiones tengan sentido... pero dejan de ser reales, no se adaptan a la realidad: ahí uno hace el esfuerzo de adaptarse a esas convicciones en vez de a la realidad y nace la neurosis. Pero, significa en la práctica de alguna manera el sentirse terminado, como cuando un caracol deja de producir babas para su cáscara y se preocupa de endurecerla, de decir: ésta será mi casa, y no crecerá más, y ya me dedico a defenderla y sacarle partido.
¿Somos caracoles? ¿Amebas con pseudópodos que nunca dejan de crecer? ¿O estrellas de mar con brazos que se separan? O... ¿todo esto junto?
jueves, 27 de marzo de 2008
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