Llevo unos días ya, y empezando en medio de las vacaciones, de alegría corporal.
Siento la alegría en mi cuerpo por el sólo hecho de estar ahí. Y el goce de compartir y compartirla. Los arrebatos mentales pierden fuerza desde esta perspectiva, y todo lo que está más allá de mis necesidades actuales me da un poco igual.
Ayer me enfrenté a una situación crítica, por lo grave e inesperada, de un buen amigo. Sentí eso de la presencia. Sí, no pude evitar sentirme terapeuta, pero es que yo vi que él está en un punto similar, muy crítico, a aquél en el que yo me encontraba cuando empecé este camino... y no pude por menos que recomendarle que lo probara. Tampoco es la primera vez, por otra parte.
Quizás tenemos una gran diferencia: su carácter le putea bastante más que el mío a mí, y lo tiene muy acojonado. Va a ser un camino largo y difícil el suyo si es que toma la determinación firme de caminar por él (tal como es él, creo que se tiene que encontrar al borde del abismo para reaccionar). Pero si la alternativa es repetir los ciclos depresivos, y cada vez con más fuerza, me parece que no hay alternativa.
lunes, 4 de agosto de 2008
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