Tengo la sensación de que todo lo tengo que hacer. Nada lo hago por mi propio gusto, no disfruto plenamente haciéndolo. Cuando lo hago, no puedo estar tranquilo, me cuesta mucho darme el tiempo que necesito para disfrutarlo y hacerlo bien. Incluso, como si fuera obsceno el disfrutarlo, me sale un resorte interior de la parte del corazón que me acelera... que se parece al miedo a ser descubierto.
Oye, quizás es eso: el miedo a ser descubierto haciendo eso, gozando. Gozar es algo que no me permito delante de mi familia. Qué se van a pensar.
Qué tontería, ¿no? Pues es así. ¿Sería mejor irme de casa, intentar olvidarme de estas relaciones familiares que me tienen atado y dejar por imposible lo de sentirme bien con mi familia, o bien intentar sobreponerme y autoreafirmarme?
Quizá la solución esté más por el medio. Recuerdo que cuando me fui de Erasmus la primera vez, me "olvidé" mucho de la familia, desde luego que me deshice de todas esas inhibiciones, exigencias, etc. y sentí la libertad, la libertad. Pero al volver, qué mal lo pasé. Me cuesta mucho imponerme y luchar si tengo que hacerlo.
jueves, 3 de enero de 2008
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