Hoy tenía mucha rabia. Durante todo el día he estado apático, con regomello. Cuando han llegado mis padres a casa, de un fin de semana largo, no me he esforzado en disimularla.
- Qué te pasa?
- Estoy apático.
Y ella se ríe.
- Qué te hace gracia?
No sé si me ha oído. Ya se dirigía a preguntarme por qué la radio estaba mal puesta. Y lo pregunta, así al aire. Luego me la he quedado mirando, serio. Ella también.
He mantenido la mirada con mi madre. Ella se ha retirado antes: "bueno, vale", sin decir nada, sin aspavientos. He ido a correr, me he duchado, me ha sentado bien. Mientras corría,
me he sentido más en contacto conmigo mismo, y aunque me daba un poco de miedo, también me daba gusto y sobre todo cierto sentimiento de tranquilidad. Pensando en futuras cosas: irme a otra casa, etc.
La verdad que el encuentro con esa persona de que hablo en el post anterior, que es de mi familia y nos une un vínculo afectivo especial, en cierto modo me ha abierto los ojos. Respecto al salir de la depresión pensando en tí, en ver qué te apetece hacer, qué no, y expresar lo que venga, y hacer lo que venga. Me da miedo, porque esa falta de control puede terminar en (y aquí irrumpen las fantasías catastróficas): todo tipo de adicciones, enemistad con la familia "que siempre te ha querido y a la que has dado la espalda", desesperanza y soledad irresistibles que lleven a verlo todo negro, y quizá al suicidio, claro...
Pero el haberme sentido contento conmigo mismo, me ha hecho una parte de enseñarme el camino. He contactado con mi fuerza. Y me ha hecho sentir bien, porque estoy muy débil y desvalido. No sé si ese camino es "el bueno". Pero me parece que por lo menos, este camino tiene sentido.
lunes, 21 de enero de 2008
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2 comentarios:
Hola. Muy interesante todo tu blog, que aún sigo leyendo. Ojalá muchas personas, y que supiesen expresarse tan bien como tú, contasen sus experiencias terapéuticas.
Con respecto a lo de "dar el paso", es decir, irse de casa, te entiendo perfectamente, pues yo al irme he caído en una ansiedad que se basa en el miedo a perder mi identidad, aparte de otros muchos puntos. Romper el cordón umbilical sin embargo nos lleva a la autenticidad, y eso es sin duda necesario como el aire que respiramos, o mejor dicho, para poder respirar, al fin.
Muchas gracias. Los comentarios de ánimo son siempre bien recibidos. Ahora, los que dan caña también :)
Me alegro que encuentres aquí vivencias comunes. No sé qué edad tienes, pero lo de irse de casa siempre supone un cambio de los gordos!
Imagínate que hace un tiempo era típico casarse para salir de casa...
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