Una compañera de piso de Francia me dijo una vez que yo tenía miedo al amor.
Creo que tenía razón, que dio en el clavo. El amor, tanto el que se me profesa como el que yo profeso, me da miedo. Me da miedo tenerlo, porque es como evidenciar una debilidad, el necesitar a otra persona: es algo que yo no acepto de buen grado, me parece malo. Y así, cuando alguien se enamora de mí de verdad, hasta el fondo, empieza a darme repulsa, ya que alguien así no es quien yo quiero porque eso evidencia su debilidad, y se apoya en mí.
Entendiendo debilidad como imposibilidad de ser responsable de lo suyo y necesitando echar su peso encima del otro, responsabilizar al otro de su felicidad. Que alguien me diga que me quiere mucho, no me agrada nada, me repugna. Si mi ex no me hubiera hecho saber que me quería tanto, ni me hubiera dicho esas cosas tan "bonitas" que me decía, quién sabe lo que hubiera pasado. Pero en fin, ya seríamos otras personas entonces.
lunes, 7 de enero de 2008
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