Recuerdo que al volver a casa de mis padres, hace unos meses, después de casi tres años de vivir en ciudades nuevas incluyendo el extranjero, los fines de semana sentía el terror, el pavor del estar aquí y ahora. Angustia, nerviosismo. Tenía la sensación de estar tirando mi vida: yo que tenía esos grandes planes para mí, de los que hablaré en otra ocasión, yo que estoy destinado a ser uno de los grandes, pasaba los días en casa de mis padres, sin avanzar en mi vida en ningún sentido, sintiéndome mal momento sí y momento también. Preso de un shock continuo que se agudizaba los fines de semana: porque entonces, era evidente que era mi responsabilidad el hacer algo valioso con mi tiempo, y eso me atenazaba todavía más. Me era mucho más patente, veía delante de mi cara esa parálisis que me atenazaba y de la que yo era responsable. Que me llenaba de vergüenza ante mí mismo - y eso asoma ante los demás, claro.
Sigo sintiendo resquicios de esa sensación: aceleración y presión en el corazón, y una sensación en el estómago que me gusta llamar "resquemor estomacal" o, como dice el DRAE, "regomeyo" ( o "regomello", que también está aceptado), y popularizada por los chicos de La Hora Chanante (ahora Muchachada Nui).
sábado, 1 de diciembre de 2007
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2 comentarios:
Este fin de semana hemos tratado en nuestro grupo sobre la mediocridad de la vida, supongo que te refieres a eso ¿no? algo duro de aprender que por sorpresa me ha llevado a entener el sentido de la vida.
Hola, soy de Argentina, he leído famélico todo lo escrito hasta aquí y no sigo porque me caigo del sueño. Llegué a tu blog buscando "fantasía catastrófica" en google y me encontré con mi más pulido reflejo; estoy azorado y encantado. Mañana te sigo leyendo. Gracias, no se bien porqué todavía, pero gracias..
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