El azar, es decir, la circunstancia, decide por sí misma muchas cosas en las que nosotros no contamos.
Uno puede, sin embargo, preparar las condiciones, para que el azar redunde en tu beneficio. Al fin y al cabo no es más que actuar con previsión, comenzar la acción bastante antes de que se manifieste. Como hacía Petrosian, el campeón del mundo de ajedrez, famoso por exceler en la toma de decisiones contra amenazas que a su contrincante todavía no se le habían ni ocurrido.
Cuando tomamos un viaje, cuando decidimos ir a vivir con otra persona, cuando aceptamos este trabajo... todas estas decisiones, se ven teñidas por el filtro del azar, que las convertirá en cosas que no podemos prever.
Así pues, es necesario el rendirse al azar: porque nunca podremos controlarlo. Entender que lo que nosotros manejamos son probabilidades sujetas al azar. Y dentro de eso, podemos hacerlo mejor o peor, pero estas decisiones se verán relativizadas por el actor del azar, el cual, siguiendo el pensamiento analítico, tendemos a "despreciar". Ya que, si no podemos manejarlo, ya no entra en la ecuación que afecta a nuestra decisión. Tendemos a hacer esto, y entonces a culparnos de la toma de la decisión. Pero al fin y al cabo, no es tan importante si la decisión llevó a algo bueno o a algo malo: eso fue decidido por el azar. Conviene estar seguro de la decisión de uno independientemente del resultado, y aceptar los resultados como vienen.
¿Es así? No lo sé. Demasiada furrufalla y poca chicha.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
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