Si una cosa quiero y deseo de verdad, es el amarme a mí mismo. Ese sí es un deseo que tengo.
Una vez me amé a mí mismo por varias razones, entre ellas, que para el resto del planeta es bueno que yo sea así. Pero me gustaría sentir ese amor propio auténtico, no por esa razón sino por mí. Y confiar en él y saber que está ahí. No hay mayor fuerza real que la que de él proviene.
El amor propio es el que dispara la metralleta contra el enemigo, pero sólo en caso de verdadera necesidad. Nunca lo hará contra sí mismo, ni contra otro ser a no ser que la situación sea de tú o yo. Es la verdadera sensatez
martes, 11 de diciembre de 2007
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