viernes, 8 de febrero de 2008

Sacrificio

Me pasa que muchas veces busco razones para hacer las cosas en otros, en los demás, no en mí.
Por ejemplo, la más recurrente es la pareja: típico caso "lucharía hasta la extenuación por ella, mucho más de lo que lo haría por mí".

Pero cuando se da aquí, es muy probable que se de en muchos otros momentos. ¿Nos ocurría esto con nuestra madre? Aceptamos normalmente lo que ella nos dice, por no hacerla rabiar, aunque guardemos nuestros resquemores y tal pero, por lo que sea, lo suyo suele prevalecer? ¿Nos autojustificamos sus decisiones, ya que "ella sabe más de la vida"? ¿Sus opiniones vienen todavía con el tinte de veraces, aunque no lo queramos reconocer?

Estos comportamientos son caldo de cultivo de a posteriori, no tener claros los propios deseos. Necesito que alguien decida por mí, tener una razón externa para hacer las cosas. Ya que, simplemente, mi bien por sí mismo no me parece suficiente razón. Desconexión de los propios deseos. Qué bueno es el sacrificio que estoy haciendo por tí y qué orgulloso me siento... pero es que en realidad, te estoy utilizando para ayudarte con mi sacrificio. Yo estaría perdido si no te tuviera a tí, al objeto al que dirijo mis sacrificios que me dan esa sensación de orgullo y elevación, a partir del cual me permito disfrutar porque ahora me lo merezco. El sacrificio como no asunción de la responsabilidad de uno.

¿De quién y para quién es el sacrificio?

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