Recuerdo el día que me fui definitivamente de casa de mi ex, recuerdo cuando estábamos en la terraza, abrazándonos, recuerdo su olor, su suéter negro, su ternura, mi resistencia a la relación... y sus besos, sus abrazos, cómo me incomodaba y a la vez me excitaba.
Sentía que tenía que irme para demostrarme a mí mismo que podía hacerlo. Y lo hice. Pero... ¿qué esconde esa necesidad? Y, ¿por qué no me siento libre, como pensaba, desde entonces? ¿Porque ya no imagino mi vida sin ella, pero con ella tampoco?
martes, 11 de marzo de 2008
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3 comentarios:
Esa, mi querido Watson, es la cuestión..
Pues ya va a hacer un año de esto...
Yo siempre pienso que todo en la vida tiene un motivo de ser... Lo dificil es encontrar ese motivo (que no, el por qué )y asumirlo sin más (con tristeza, con rabia, con mucho cabreo y etc, etc..)
Un beso y ánimo (has visto que día de primavera ?)
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