No me apetece mucho escribir, pero he pensado que también hay que escribir en los momentos buenos, o al menos no malos... para dejar constancia de ellos, que también existen.
Tiendo a escribir sólo cuando tengo pensamientos interesantes, o penas por ahí sueltas. Normalmente, mucho acerca de defectos, fallos, dolencias, cosas malas que diría un niño.
Pues ahora me siento más en paz, más el mimportacarajismo dentro de mí. Me tomo menos en serio, y no me preocupo por el dónde voy a ir, quién me va a querer, si esto o aquello indica esto o aquello. Y a la vez me cuido más y me siento más tranquilo, y le doy menos bola a esos pensamientos rígidos, y otros más plácidos van cogiendo sitio.
Me siento como cuando conocí a mi ex, bastante en equilibrio, aunque aquél fuera un equilibrio que se quebró. Que por cierto, la sigo añorando, pero no desde el dolor o el rencor, o el pensar que "en el fondo no funcionaría".
Voy a ver cómo pasa el tiempo.
martes, 22 de abril de 2008
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