Me he dado cuenta de que, en realidad, le pongo reparos al tener que pensar para trabajar, yo que trabajo pensando, como aquél que dice. Y, como contrapartida, acepto de mejor grado las tareas mecánicas o que ya conozco.
Y me ha venido una luz: miedo al cambio. Creo que he cogido miedo a los cambios, yo que más bien parece que los iba persiguiendo y me los comía (por eso mismo, la otra cara de la moneda). Yo creía en esa manera activo-agresiva de hacer las cosas, más activa que agresiva... y aunque me costara esfuerzo, la perseguía. Era lo que conocía, y como yo había hecho las cosas hasta entonces, y además la tenía en alta estima. Para mí no tenía duda que eso era lo mejor, más que lo mejor, lo único. Ver que otras cosas son posibles sin tanto esfuerzo, y también con peor resultado, pero que puede que me conviniera esa debilidad, me ha trastocado mucho. No sé, la duda esa, que me paraliza.
Después de tanto movimiento, me ha salido un miedo al cambio, miedo que quizá estuviera allí de fondo y yo lo utilizara para saber contra qué luchar (inconscientemente). Bueno, tampoco hay que sacar conclusiones precipitadas... o sí.
jueves, 3 de abril de 2008
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