El suicidio es no saber perder.
Si uno supiera perder, para qué se iba a suicidar.
El suicidio neurótico, claro. No el meditado, el razonado; no el de Ramón Sampedro.
Y yo: estoy aprendiendo a perder. Para aprender, perder, dice el refrán castellano.
miércoles, 7 de mayo de 2008
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