lunes, 15 de septiembre de 2008

Como una piña

Es cierto, en mi familia extendida materna, que es la que más cerca tengo, somos como una piña.
Esto en general suele ser positivo: uno tiene donde agarrarse. Un apoyo. Y además, en este caso, está posada sobre el diálogo, la concordia, la confianza, la no-violencia, y el amor(quiero creer). Debe ser que son matriarcados y eso se nota en la fluidez.
Uno debe decidir si acepta esta manera de funcionar, que admito que es buenísima y que no he visto mucho por otras familias(ninguna que yo recuerde), o le sabe a poco o algo.

Pero también se basa en la fuerza emocional. Es más fácil serlo cuando tiene uno los vínculos familiares sólidos, claro. Pero, qué pasa si uno no lo es. O bien, qué pasa si a uno todo esto le sabe a carga, a peso. O a límite, a coraza represiva(en tanto que fomenta la autorrepresión, para favorecer la integración). O bien uno no quiere integrarse a ese nivel y buscarse los afectos y los vínculos fuera, quiero otros vínculos, no los que me han sido impuestos. Aunque sean peores.

Yo tengo mi rol, mi manera de funcionar en este sistema. Y no me siento cómodo en ella. Como un papel que quise dejar de escenificar - pero que si no pongo la suficiente energía, mi ego me arrastra a caer en él - ya que ese papel me lo sé de puta madre: no necesito guión.

Ese rol tiene cosas buenas y cosas malas. Al parecer el resto de mi familia me quiere, o me acepta tal como soy. Para mí sin embargo, el rollo que llevan es muy estático, cuando yo soy un culo de mal asiento (también aceptado: éste es un culo de mal asiento, y esto es así). En estos sistemas, se antoja difícil cambiar los esquemas. Son esquemas que, en general, funcionan muy bien, se mantienen y autoactualizan con facilidad porque están basados en buenos mimbres.

Pero, el discordante, ¿qué pasa con él? Pues al grupo no le pasa nada. Intentan lo más posible para entenderle y si no, comprender sus movidas y ayudarle en lo posible.

Yo no sé que pasa, que me molesta el amor de mi familia. Quizás, porque tengo la sensación de que si me quieren, me apoyaré en ellos y así no intentaré salir por mí mismo adelante, a tomar por culo autoapoyo: me vuelvo subnormal y todo es más fácil, porque sé que van a estar ahí. El fuerte necesita a un débil por quien luchar, y perpetuar este sistema en el que cada cual sabe su sitio. A otro nivel, y de otra manera, creo que esto es algo que está en la base de este tipo de relaciones familiares de hijos débiles - padres fuertes: si los padres son fuertes, los hijos se ven en la tesitura de o bien ser débiles ( y cortarse alguna parte de uno) y así hacer sentir fuertes a los padres, o bien ser fuertes y probablemente tener que plantarles cara, reafirmarse, con el conflicto (natural) que eso conlleva.

Extrapolando al plano general, cuando percibo amor por parte de alguien, tiendo a hacer aquello que (yo entiendo que) la otra persona quiere. Yo sé que ocurre, tengo conciencia de que ocurre, pero normalmente es algo inconsciente. Me puedo dar cuenta de que está ocurriendo, pero tampoco es que en ese momento lo viva como una autocensura, más como una adaptación. Pero claro, puede que si uno se deja llevar, ya no sepa dónde está la base, quien soy yo, y qué movimiento estoy haciendo cuando me adapto. Cuál es la posición de reposo. Mantener esta base es esencial y perderla puede distinguir al muy lúcido del muy neurótico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso está bien mientras eres un niño pero, creo que ya te toca empezar a crecer, no??

Fritz Perls dijo...

No es que esté bien o mal, es un análisis objetivo (hasta donde yo pueda) de la situación.