lunes, 14 de diciembre de 2009

Iluminaciones de andar por casa

Me parece haber entendido algo. Que parte de mi crecimiento personal ha sido contraproducente porque vino desde mandatos internos, esos mandatos se impusieron a mi ritmo interno de avance. Intentando llegar a ese personaje que había creado, negando así mi parte triste, débil, miedosa... que no estaba a la altura.

Es decir, que la idea era buena, y empecé y lo llevé bastante bien, pero que al luchar con la tendencia, con el surco labrado durante mi infancia y adolescencia, ahí hubo un momento donde se paró todo, y se rompió la maquinaria.

Cuando empecé a cambiar, me refiero a mis días de estudiante de intercambio, fue un cambio consciente. Pensado, y deseado.

En general conseguí fluir en cuerpo y mente, y me sentí como mejor me he sentido en mi vida. Bendita nostalgia, sí, vale. Pero al tiempo, en parte fui funcionando en algunos temas importantes, a golpe de mandato interno para mantener el nivel.

"Tienes que follar bastante." Cuando yo me fui de Erasmus, era virgen. Ya ves. No es algo que suelo decir, porque uno parece un capullo, a veces. Siempre había tenido mucha calma con este tema, sin prisa. Había podido follar antes, pero yo o bien no había querido, o bien la cosa no salió como yo quería, o bien no me atreví. En fin - ese es otro tema. Pero recuerdo que era un tema que evidentemente, me preocupaba.

Lo solucioné al poco, al mes y medio o así. Si no recuerdo mal, en mi tercera intentona. Esto quiere decir que lo había intentado tres veces (de las que me acuerdo). Sin embargo, no era una meta tal cual: era un deseo. Un deseo intrínseco. Así fue que pude disfrutarlo y sentirme seguro de mí mismo. Recuerdo que precisamente el efecto fue el contrario: mi primer polvo duró más de dos horas. Y tras todo eso, no pude correrme: no tenía confianza con ella hasta ese punto (la había conocido esa noche, pero no fue una noche de juerga, fue una cita en toda regla). Luego que se enamoran. Claro, ¡no te jode! (Chiste patrocinado por la ONG Una, Glande y Libre).

Pues lo dicho, costó poco. Pero luego llegó una parte que yo desconocía: el noviazgo. La relación. Y concretamente, la relación con alguien de quien NO estaba enamorado. Lo jodido es que este patrón se ha venido repitiendo en mis posteriores relaciones, así que es algo que queda latente.

Por alguna razón, suelo dar bola a relaciones donde no estoy enamorado, pero donde la otra me atrae o bien por el simple hecho egoísta de mi calmar mi necesidad masculina, no solo de alivio(eso lo arregla otra ONG, Manos Unidas) sino en tanto que subidor de autoestima, supongo. Eso las hace que se alargue, se alargue, les cojo cariño... pero mientras cada cierto tiempo tengo crisis, pero al final siempre acaba saliendo esa parte de mí que las rechaza (sale por el estómago) y nos jode: a mi (porque ya en esas tesituras, yo querría quererlas y no me deja esa parte mía que la rechaza - claro, debo ser yo que rechazo esa parte mía, que no la cuido lo suficiente: en vez de cuidarla y decirme "a ver, si es que no, es que no" pues me digo "hombre, si es que me quiere mucho, y mira que ojitos tiene, y en realidad lo pasamos bien, es compasiva y me entiende, la vida en pareja podría estar bien, por qué no, además sólo que vas a hacer...) y a ella le hace mucho daño.

Sin embargo: nunca me ha funcionado con aquellas de quien me enamoro. ¡Coño! Pues sí. Nunca. Y claro - a veces pienso que puede haber mucho de idealización... pero no querría morirme sin probar a tener una relación donde el que quiere más soy yo. Igual es pa sufrir, pero sarna con gusto no pica.

Y no sé si sigo el hilo y si tiene que ver con algo, pero estoy bastante nervioso, me entran los calores, escribo a toda hostia, tengo ganas de terminar el post y ya vale.

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