domingo, 4 de octubre de 2009

A qué juegas

Vaya fin de semana...
Escribo desde mi terraza, después de un viaje de mucho pensar y sentir.
Se está muy bien aquí.
Me siento triste pero sereno. Me siento más valiente en mostrar mi blandura, aunque menos que mañana, seguramente. Tengo la sensación de que lo externo es una amenaza y eso me hace estar alerta, con el estómago encogido, la garganta retenida.

Hoy ha sido un día de muchas emociones, y un día muy especial para el grupo de formación. A mi entender somos un grupo bastante confluyente, por lo cual no ha habido grandes conflictos... al menos sobre la mesa, a la luz. Hoy, o bien este taller, ha sido un punto de inflexión.

Enseguida pensé en un paralelismo: el de la empresa donde trabajo. Ha habido una reducción paulatina de personal durante el último año, hasta quedar en menos de la mitad. Cada vez iba quedando menos gente, ha sido doloroso ver partir a algunos por su propio pie, otros por decisión de la dirección, otras veces me pareció bueno por en cuanto tenía de soltar lastre. Ahora somos pocos, pero ciertamente, no puedo decir que hayamos quedado los mejores. Algunos sí, otros no. Lo que sí es cierto, es que parecemos haber quedado los introvertidos. De los que estamos ahí, alguno estará por estar, algún otro a la expectativa, otros por necesidad, algún otro dominado por el miedo al cambio y el vértigo que éste produce, otro por confluencia con la empresa... en realidad cada cual tendrá sus razones para seguir. Las mías en particular (ya que estoy me mojo) son:
- me viene bien la pasta, y la cosa esta muy malita jarl.
- tocamos cosas interesantes y debería estar aprendiendo bastante. Aprendo, pero la verdad que la atmósfera es algo agobiante, negativa y pesada, es un aire viciado el que se respira, negativo. Así que no aprendo tanto como me gustaría. Y también que cada vez me interesa más otras cosas, como esto, por ejemplo.
- Miedo al cambio. Algo hay de eso.

No sé qué va a pasar con el grupo. Pero respeto la decisión de cada cual. Eso pertenece al reino de cada cual. Sin embargo, sí me gusta que las razones se expresen, porque así todo queda claro. Añadir claridad no va a cambiar la decisión. Y si la cambia, será que no estaba tan claro. No me gusta invadir al otro y hacerle sentir culpable de mi necesidad.

Me permití en lo personal, hacer lo que quería sin sentirme culpable. Darme mi espacio. No hablo del taller sólo, hablo en especial fuera de él.

Y una cosa que me trae preocupado que no saqué en el taller.
Esta semana pasada he estado jugando al poker por internet. Me ha servido un poco como hobby y me ha devuelto la ilusión - pero sin embargo, tenía la sensación de estar enganchado. Sentía este fin de semana como un síndrome de abstinencia. En serio! No es para reírse... jugar me genera emociones y uno puede engancharse a eso. La ilusión de jugar está bien, pero no la dependencia de utilizarlo como huida. No me lo permito.

Por otro lado, me cabe la posibilidad de que soy yo el que está demonizando algo que, en principio me sienta bien, aunque me asuste el poder engancharme. No es sólo miedo, he sentido esa pulsión de querer sentarme a jugar... diría que como el tabaco, pero es que yo no he fumado nunca. Ahora mientras escribo me estoy reprimiendo, y he pensado que me puede convenir el estar sin jugar unos días. Pero me apetece tanto, y tan sólo por una partidita... me lo tomo con humor, pero es cierto que siento ese mono. Cuando me da por algo, que hace mucho que no me permito que me dé por nada abiertamente, voy a saco. Hace mucho = años. También pienso si es sólamente una fantasía, eso de engancharme, y que ella misma es la que me genera la culpa - que si simplemente hiciera lo que me apeteciera y ya se vería, pues que igual no era tan grave.

Respecto de mi ¿ex?, que creo que ella lo sigue viendo como una relación aunque estemos más distanciados, siento cariño y empatía con ella, por otra me pesa y no me apetece hablar con ella por miedo a confluir, porque lo hago, confluyo, y eso no me gusta nada, nada, nada. Me siento mal, me siento pequeño y débil, como si se me fuera la fuerza, como si me convirtiera en inválido y aceptara ese papel. Ella es muy ayudadora y eso me agobia, aunque sé que ella lo hace de corazón... me cocinó mientras estuve malo, me ha regalado muchas cosas hechas a mano... etc. "el que regala bien vende si el que lo recibe lo entiende", me decía mi madre. Y tiene razón.

¿A qué juego? Por un lado quiero pedirle un tiempo, mes al menos, de estar sin contacto. Experimentar eso. Pero me da miedo a perderla. A veces pienso que en el día a día, si yo aprendo a serenarme y que no me den volás, podríamos ser muy felices, ya que creo que los dos somos buenas personas, tenemos valores y preferencias parecidas, etc. Somos muy diferentes en muchas cosas - ella se basa en la emoción, yo soy más cerebral, con todo lo que conlleva en la vida diaria - pero bueno...
Pero es que no estoy enamorado. Al menos yo no puedo verla así, al menos no ahora, y quizá es que no me quiero enterar, o bien que estar con ella me sirve para no tener que afrontar lo que pasa e ir a por lo que de verdad quiero. Porque este finde también he sentido algo claro acerca de lo que de verdad quiero.

Continuará...

PD. Me ha dicho el terapeuta que la tristeza que estoy atravesando es sanadora. Me ha sentado muy bien, he agradecido esa devolución. Me ayuda a confiar más.
PD2. Hemos tocado cosas de psicoanálisis, y me ha parecido interesante el enfoque, diferente del típico gestáltico. Enriquecedor. Me quedé con una frase clave: "Las emociones engañan: son malos indicadores". Aunque la discutí y tal, y llegamos a un bonito acuerdo, me la he incorporado y me pareció muy sabia. La he tenido presente durante todo el fin de semana, y me ha ayudado a observar.
Por cierto, enseguida la conecté con el doctor House.

Actualización: Me duele un poco la tripa, en esa contracción que uso como máscara cuando salgo a la puta calle.

1 comentario:

eva dijo...

Fantástico tu blog, te leo y parece que me esté leyendo a mi misma.Gracias!