domingo, 1 de noviembre de 2009

Miedo psicológico: la exigencia de la originalidad

Y seguimos con otro miedo, estoy que lo tiro señora...

El miedo a no ser original. Este es bueno.

Me he acordado de este miedo esta tarde en el autobús mientras leía el libro ese del psicoanálisis. No sé si por suerte o por desgracia, periódicamente, y esto es más o menos dos veces al mes, me toca hacer unos viajes en autobús solo de unas cuatro horitas o así.

El miedo a no ser original. Más que miedo, es la exigencia de ser original. Me exijo a mi mismo que lo que yo haga debe ser de valor intrínseco (mi definición de valor puede diferir de la acepción mayoritaria, pero eso es lo de menos). Es decir, que sea algo que aporte algo nuevo, que tenga valor por sí mismo. Que no sea (y que no pueda achacársele) ser una copia, un plagio, estar claramente basado en esto o en aquello. Si lo hago, quiero ser consciente de ello (a veces es simplemente así, y cuando es así yo no le doy mucha importancia).

Tengo miedo a la mediocridad, que para mí no consiste en hacer las cosas mal o bien, sino en no ofrecer una visión novedosa sobre algo. Los robots hacen las cosas bien, y no por eso tienen valor - espero que esto clarifique a lo que me refiero. La chispa humana, el valor intrínseco. El chiste que nadie ha hecho. El verso inaudito. La visión sorprendente. Eso.

A eso de los catorce años, o creo que antes, empecé a pensar en eso. Me di cuenta de que simplemente hacer las cosas bien no bastaba. O mejor, no me bastaba. Eso era fácil y sin fuste. Yo tenía que, además de hacer las cosas bien (como base), proponer nuevas vías. Donde ya no importa tanto si se hacen las cosas bien(preferible pero ni mucho menos necesario) sino hacerlas de manera auténtica, original.

Yo, que me caracterizaba por ser un estudiante modelo, tanto en las asignaturas de estudiar como las creativas y la gimnasia (le daba a todo, un día un amigo me dijo "tú que pasa, ¿eres perfecto o que?", si no recuerdo mal tras marcar un buen gol), empezó a saberme a poco hacer lo que me decían. Aprender lo que me hacían aprender. Es decir, ¿qué había de creativo en aprenderse de memoria esto o lo otro? Y más allá de eso, ¿para qué queremos aprender eso? A mi me empezaron a interesar otro tipo de cosas, lo que viene a llamarse la genialidad. Me empecé a fijar en otro tipo de música, de pintura, de cine, etc. Abrí mi mente a lo que aquellos buscadores de originalidad me ofrecían. Bueno: yo busqué, no sabía lo que iba a encontrar. Me pareció que lo normal ya no sabía a nada, había que buscar lo excepcional(por humano, no me refiero a excepcional como un ferrerorrocher).

Y así fui dejando de sacar tan buenas notas para empezar a ir estudiando justo antes del examen, ir dándome a la vida disoluta, interesándome por las cosas raras, etcétera, etcétera, etcétera...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante tu miedo, aunque yo lo veo más como un reto, tus metas son muy altas y difíciles de conseguir, ya que la originalidad en cualquier ámbito o materia es algo espontáneo en algunos individuos; pienso que no consiste en estudiar y prepararse, esta más en la creatividad y esta originalidad es parte intrínseca de cada uno.
Puedes preparar a tu mente, entrenar a tu cuerpo y aun así no alcanzar la originalidad.
Esta podrá surgir en ti, en el momento que pierdas el miedo a no alcanzar la originalidad, y sea tú momento adecuado, relájate, resultara más factible distanciarte de tus miedo, tomar perspectiva y poder alcanzar en alguna bito la originalidad.
Para mi, ya eres original por tus metas

terapia gestalt dijo...

Gracias.
Creo que la cosa es no exigirme tanta originalidad, sino aceptarme que yo también puedo hacer algo normal, y eso no significa que no sea original nunca, ni que lo sea siempre, sino que a veces sí, a veces no, y mientras se haga lo que le sale a uno y le venga bien, pues no hay que darle más vueltas.

Y sí, también creo que en la relajación sale precisamente lo bueno.

Gracias y un saludo.