lunes, 21 de septiembre de 2009

Jodido

Estoy jodido.

El taller de este fin de semana me ha dejado hecho una mierda, además de algunas otras cosas.
Estoy liado con cosas de un piso. Hacía tiempo que no me sentía tan bajo, y además tengo una fiebre que empezó ayer atacando a la garganta. Tenía una cita con un director de banco y no he ido, me he quedado en casa. Viendo la tele para más inri.

No tengo mucha fiebre, sólo décimas - pero lo que me preocupa es qué coño pasa. Por qué me siento así. El terapueta dijo en el taller, contra mi frase de "no sé" que en realidad sí que sé pero no me quiero hacer cargo, no me quiero responsabilizar. Que en el fondo sí que lo sé.

Y yo estoy liadísimo, porque varias cosas me parecen verdad y a la vez mentira.

Estoy viviendo estas vacaciones, que hay que joderse qué vacaciones, en casa de mis padres - donde pasé mi mala temporada en el pozo. No sé si el escenario tendrá algo que ver. Sin embargo la semana pasada yo me sentía bien, sabiendo lo que quería.

Aunque ya le dije a mi ¿ex? que se acababa la cosa, ella sigue empeñada en que no. Me prepara cosas muy chulas, de esas cosas románticas que a mí me ablandan. Celebramos el sábado que hace un año que nos conocemos, y para eso ella me había ido dando pistas durante este mes. Al final la sorpresa incluyó pasar la noche con ella en un hotel, casi como una encerrona, a la que me rendí una vez allí. Me dije, carajo, vamos a disfrutar de esto porque es cierto, ella es una persona muy especial en mi vida en el último año (desde que la conozco) y para lo bueno y lo malo, es algo que celebrar. Pero, aunque lo pasé bien, creo que no me respeté lo suficiente. No tuve valor de dejarla ahí con todo lo que había montado - sí, lo veo un poco como un chantaje, un dulce chantaje, pero chantaje.

El día anterior ya me había dicho de quedar, le dije que no, que me iba a retrasar, y noté en su mensaje que se había molestado - pero no le respondí. Usaba ese lenguaje eminentemente femenino de "quería quedar contigo porque bueno da igual". Como no quedamos, ella se comió lo que había guardado para mí. Me lo contó sin rabia ni nada, eso sí.

Hoy me llama a la hora de comer. Claro, qué tipo de distancia es esta? ¿En qué nos diferenciamos de una pareja? Ella va a lo suyo claro, "lucha por lo que quiere" según ella. Sin embargo, yo lo que quiero es estar solo, sin ella durante un tiempo, porque me agobio, porque no veo si está tan cerca, y no puedo verla sino tener deseos de quitármela de encima. Yo soy fácil de agobiar, de acuerdo. Por eso me siento culpable también. Pero cojones, es lo que hay.

El taller estuvo bien. Se tocaron temas de grupos, teoría de grupos y su evolución que espero comentar con más tiempo otro día.

En el taller, interpreté dos personajes en dos psicodramas. Por alguna razón me eligieron como padre dos de tres veces. Pensé "como me elija de padre en el tercero, creo que me caigo al suelo", en serio, estaba muy agobiado. Hasta salí al baño simplemente a mojarme la nuca y la cara... además estaba paralizado, porque todo me molestaba pero era incapaz de decirlo o tomar acción aparte de eso.

Quería decirle al terapeuta que su voz me molestaba. Tenía rabia dentro, podía sentirla... y como no decía nada, me dedicaba a pensar por qué me molestaba, qué tenía de malo su voz. Era hipnótica y adormecedora, pero además me parecía falsa ese rato, me parecía manipuladora desde la suavidad. Esa voz tan delicada que si permea, genera o bien entrega a esa dulzura, o bien rabia(como a mí) porque intenta tomar el control anegando el ambiente. El papel de estar de vuelta de todo, paternalista.

Sentí en un momento, a partir del cual me rayé, que no se me entendió. El terapeuta hablaba como si yo fuera el personaje, como si lo que yo dijera lo pensara. ¡Cojones, no! Ya me costaba bastante ponerme en ese personaje, que intenté construir según como yo me imaginaba que era ese personaje, y según un par de directrices dadas. Algo de mí habrá - pues supongo, pero ni yo soy así, ni pienso eso (de hecho mi pensamiento está en las antípodas de aquello que dije - pero era el personaje el que hablaba, si no, qué coherencia es esta). Yo sin embargo, al estar bajo de energía y contagiarme de esa quietud paralizante, no dije nada y me quedé pensando. Lo que yo quería decir se me cortó, no se me entendió, estaba confundido y así me quedé, y arrastré ese estar jodido toda la tarde. Con el trancazo que tengo, no me extraña: lo estaba incubando, ahora lo veo.
Aun con todo, tengo la impresión que de haber sido de otra manera el taller, y no haber quedado con mi ¿ex? después, no estaría enfermo. Me cuesta descansar, porque mi cabeza se raya. Y se raya en un momento crucial. Y me siento solo, y no me sale dejarme acompañar. Y me pongo a ver la tele todo el día, sin mucha cosa que ver, además. Lo de siempre, vamos.

Y ahora que los chicos del basket ya no están para tener algo con lo que sentirme identificado, ¿qué se puede ver en la tele más que mierda? Me pasa en todos los torneos internacionales que juega la selección de basket: siempre los sigo como si fueran mis hermanos porque me encanta ese equipo. E€sta vez estoy de acuerdo con Zapatero: enseñan a vivir.

Conté mis temas a mis compañeros, respecto de mi ¿ex? y me sentí juzgado, y puesto en tela de juicio. Sí: la mayor parte de personas a quien se lo conté eran mujeres. De quien recibí consejos de "lo que tienes que hacer" fueron sólo ellas. Ellos escucharon. Me pareció que cada cual personificaba en su caso, en lo que cada cual quiere en su vida real, como si yo fuera su pareja, como si ellas fueran mi ¿ex?.
Puede que por eso se recomiende trabajar con terapeutas del mismo sexo.

Hoy mi ¿ex? me había dicho de quedar, le he dicho en un mensaje que estaba enfermo y quería estar solo. Inmediatamente después me llama, a ver qué tal estoy. Después de mandar el mensaje, ya pensaba yo, "seguro que llama". Y me entraban ganas de decirle "¿pero no te he dicho que quiero estar solo?". Sin embargo entiendo que ella esté preocupada y le he dicho eso, que estoy rabioso, que quiero estar solo, que no se preocupe. Y tampoco le he dicho que quiero poner distancia de verdad, de no hablarnos en dos meses o así... de tener distancia real, porque veo que la necesito. Veo que no la veo. Y veo que mentalmente me lanzo en brazos de otras, quizá por despecho, no sé. Ya tengo una pléyade de candidatas en mi cabeza, y eso no me gusta nada: parece ser volver a lo mismo de siempre, coño.

Me decían los compañeros que estaba resplandeciente (ver Mallrats de Kevin Smith) el domingo, y bueno, estaba de humor, pero había detrás todo esto. Nadie conoce a nadie, desde luego.

Entra mi hermano por la puerta, esto se cierra, hamijos.

Bueno, no. Vuelvo aquí a terminar.
Pues lo dicho. El taller me ha parecido espeso, aunque es verdad que me han gustado mucho las herramientas que nos han enseñado. Ha sido un taller a cuatro manos, y en momentos me ha parecido que el uno por el otro, la casa sin barrer. Eran poco intervencionistas y yo hubiera pasado a la acción en varias ocasiones en lugar de dejar a la gente discutir desde la cabeza durante diez minutos... de hecho, también me culpo por no hacerlo, por no ser espontáneo y saltarme las reglas, y hacer yo de terapeuta si yo creía que la situación requería esto. Nunca me atrevo, y creo que ya va siendo hora.

Por otro lado. Reencontrarme con la gente de mi ciudad de nuevo, me causó bienestar y agrado al principio. Sin embargo hoy estoy algo hasta los cojones de todo, llegando a pensar si era una buena idea comprarme piso aquí sin estar aquí, etc. Donde vivo, es cierto, no me siento como en casa. Pero aquí me siento exigido.
Por un lado quiero afrontar esta exigencia y saber luchar contra ella, y arreglar esto porque si no estará ahí enquistado siempre. Por otro lado, me da mucha pereza, aunque me parece cobarde. Es raro.

Ahora oigo entrar a mis padres y se me encoge un poco la tripa y quiero esconderme.
Espero que tarden en entrar. Oigo a los de basket celebrar su triunfo desde la tele del vecino. Esto se cierra por hoy.

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