lunes, 26 de noviembre de 2007

La nariz taponada

Tengo la nariz taponada. Estoy algo congestionado en general.
Este sábado recibí la noticia de la muerte del hermano de un amigo, al que yo no conocía. Se había suicidado.
Aquél día dormí muy poco, me atacó la idea de qué pasaría si yo me suicidara, qué se le tenía que pasar a él por la cabeza para llegar a hacerlo, qué sienten los de alrededor... etc. Tampoco fue demasiado, pero era suficiente como para mantenerme en vela. Aunque después del entierro del día después, todo aquello se ha desvanecido bastante.
Me siento distante del mundo. Como si fuera un apegado. Uno de segunda. En las reuniones de amigos, en la familia. Distante de la realidad. Y entrar en el círculo de la realidad me implica tanta energía que no puedo soportarlo. Además me deja resaca de tensión en el estómago.
No tengo metas, de manera que no tengo algo que me empuje a dedicarme a eso y olvidarme de darle vueltas a la cabeza. Me siento como si estuviera haciendo cosas, por hacerlas.

Hace mucho que no me siento libre, flotando, como cuando hacía el amor con Y, los primeros días, y sentía el mundo como un sitio para ser recorrido, disfrutado.
Me sentía ilimitado, sin tapujos, sin miedos.

Me importa un cojón los temas de interés de mi familia.
Aunque quizás, sólo se trate de algo de lo que hablar, algo que compartir, en el fondo. Pero es que me importa un cojón. La verdad es que estoy a la defensiva, con ellos. Cuando me habla mi madre, mi padre, no veo más que las figuras creadas. La figura paterna, distante, de parca comunicación. Sin inquietudes. De la figura materna, sus ojos inquisidores, controladores. Si se me sienta al lado, noto la tensión, su preocupación acerca de mi estado. Se preocupa por mí. Y eso me disgusta, me tensa. No sabe cómo comunicarse conmigo. Pero yo tampoco quiero, porque mi relación con ella me disgusta. Cada vez la veo más considerarme un niño débil. Sin querer hacerlo, pero es la única manera que ella conoce para relacionarse: hablar. Supongo que piensa que me incomodaría el contacto directo. Y sí, me incomoda, pero es algo que tenemos que superar.

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