miércoles, 13 de febrero de 2013

Gili-terapia

Parece que ahora, para hacer algo que te venga bien, mucha gente sólo se da permiso para hacerlo si le añade el sufijo "-terapia". Esta moda asquerosa de que a cualquier cosa que te haga sentir bien, se le llama terapia. Nos hemos tragado la idea de que todos necesitamos terapia. Además, hablar de terapia implica también un componente de granularidad (solemos hablar de sesiones, limitadas en tiempo y lugar). Y el que más nos gusta: el sentimiento de que se ejerce algo controlado, consciente. "Me doy este rato de futbolterapia que me relaja". Si tanto te gusta, céntrate en disfrutar lo que sea que estés haciendo, en vez de ponerle una etiqueta. Y yendo a terapia, dejamos caer la responsabilidad que tanto nos pesa en manos de otro, el terapeuta (exista o no). Cómo nos infantiliza esto, pero no nos queremos dar cuenta - queremos seguir siendo bebés a los que nos conceden el permiso de esparcirnos durante un período de tiempo controlado. Ji ji. Se usa la terapia como forma de darse un gusto, como si se estuviera pecando. Sí, de nuevo aparece por ahí el nefando cristianismo que llena de culpas a sus creyentes, y que como sociedades basadas en él sufrimos. Ahora que los niños jueguen también será terapia, claro. Subrayo, por si no ha quedado claro, la demonización que se hace del hacer las cosas por gusto. Del necesitar darse permiso para hacer algo placentero. Si te apetece acostarte con un desconocido, eso es sexoterapia. Yo siempre lo he llamado follar. Y cuando se trata de sesión con terapeuta, prostitución.