lunes, 19 de enero de 2009

Padres e hijos

El otro día un amigo vino a dormir a casa. Llegamos pronto de por ahí, sobre las doce y media estábamos en el salón. Dos Franziskaner nos sirvieron para regar tres horas de interesantes conversaciones previas al letargo.

No sé cómo, llegamos a un punto en el que, como él dijo, "anda, parece que ahí he tocado hueso".

- Ahora tú estás bien con ellos. Es algo que pasó, con lo que no estás de acuerdo. El rencor, el odio, lo que sea que tienes guardado, no es por ahora, es por algo que pasó.

No sabía muy bien qué decir. No tengo muy claro ese capítulo. Admiro a mis padres, me parece que son personas sin falla. Tienen defectos, pero dentro de su manera de ser, nunca han cedido a dejar sus principios de lado. Son honorables, honestos, sensatos. Saben lo que son y lo que quieren de la vida. Las pocas cosas importantes de la vida, las tienen claras.

Por otro lado, me siento incomprendido por ellos. Desde hace muchos años.

- No se trata de resignarse a cómo son ellos. Ni de aceptar. Se trata de perdonar. Y perdonar es entender. Una cosa va con la otra. En su lugar, tú hubieras hecho lo mismo que ellos hicieron.

Me acordé, no sé por qué, de algo que desde que estoy en la formación en terapia Gestalt me voy acordando de vez en cuando, si bien hacia muchos, muchos años que estaba por ahí y nunca le había prestado atención. Se trata de hasta cuando puedo datar mi desconfianza. Y se trata de un hecho concreto.

Yo tenía, no sé, entre diez y doce años. Por aquél entonces, no sé por qué, me sentía raro en casa. No recuerdo a santo de qué, pero recuerdo que les dije que si no me dejaban hacer algo, o yo que sé, que me iba a ir de casa.
- Pues me iré de casa!.
Ja, ja, ja. Reía mi padre.
- ¿Y a dónde vas a ir? ¿Con los gitanos? (recuerdo perfectamente aquellos momentos)

No me tomaba en serio, y aquello me molestó profundamente. Hirió mi orgullo muy gravemente, al parecer. Yo recuerdo sentirme impotente, pero sobre todo, incomprendido. Creo que mi madre no dijo nada, pero tampoco contradijo esa tesis de mi padre - y si algo tiene mi madre, es que no se calla las cosas. Quien calla, otorga.

Me metí en el cuarto, desconsolado perdido.

No recuerdo mucho más, pero a partir de esa edad, comencé a distanciarme de mis padres. A no contarles nada, o mejor dicho a ocultarles información. A más información que yo tuviera, más en mi poder. Y viceversa. Y yo no quería darles poder. Y aquello construyó en la práctica, una barrera de incomunicación entre nosotros.

Incluso en las discusiones, siempre omitía datos, por si con ellos podían saber más de mí. No me interesaba que supieran nada de mí, de mis pensamientos, sentimientos. De mi vida. Ya no tenían parte en mi vida íntima, ni estaban capacitados para recibir mi confianza. Están ahí para muchas cosas, pero para otras, ya no. Una separación silenciosa, de la que me guardaba de que ellos no se dieran cuenta - de nuevo, buscar la mínima información en su poder.

Pues de eso me acordé.
Recuerdo también que por aquél entonces yo estaba enamorado de Jodie Foster. me parecía una actriz no sólo guapísima, sino también muy inteligente, y muy buena actriz, lo tenía todo para mí. Pensé en que si yo me plantara en la puerta de su mansión (en mi imaginación), un niño español chapurreando inglés, diciendo que la quiere conocer, un niño con mucha educación (la tenía y era consciente de ello), etc. y sólo ante el peligro... vamos, a quién no se le ablandaría el corazón. Pensé en robar el dinero suficiente para hacer el viaje. E incluso fantaseaba con que ella me adoptara. Y no tener ninguna pena por dejar aquella familia, aquella casa. Ninguna pena. Al final, como tantas otras veces en mi vida, no hice lo que me decía la intuición. Pero eso es otra historia. El caso es que la anécdota resume en qué situación me encontraba, y qué medidas me planteaba.

Volviendo al punto original, replanteé la cuestión. Y quizás, yo en su lugar quizás hubiera hecho lo mismo. Me hirió profundamente. Pero, ¿de qué estoy culpando, y a quién? ¿Es simplemente rencor? Y, ¿de dónde sale? Ahora se me ocurre, mientras escribo esto, que puede ser porque ellos tienen sus propias respuestas a esas preguntas que yo me hago, y están contentos con ellas. Y yo no las tengo. Yo quizás no tengo siquiera las preguntas buenas.

- Perdonar. Porque, ahora estás bien.
- No lo sé - dije. Agarré mi taza de desayuno rellena de Franziskaner negra de la mesa, le dí un buen sorbo, y me volví a recostar en el sofá.

domingo, 4 de enero de 2009

Vicios y virtudes

En el tenis, el golpe de revés se le puede dar a una o dos manos. A una mano, normalmente se le da para que vaya más fuerte, como un latigazo. Sin embargo, con una buena coordinación, un revés a dos manos suele ofrecer una mayor colocación de la bola, aunque quizás con pérdida de velocidad. Arancha Sánchez Vicario, hacía del revés a dos manos una de sus mejores armas para el peloteo.

En el frontón es similar. No recuerdo en qué momento empecé a probar el revés a dos manos, pero empecé a aplicarlo para coger las bolas que venían "raspadas", pegadas a la pared... y cogí el vicio, así que ya a todas las bolas de revés les daba a dos manos. De nuevo, no está mal, porque ofrece una colocación difícil con el revés a una mano, y los peloteos son largos y lentos.

En el squash, un juego mucho más rápido y trepidante, se aconseja abandonar el revés a dos manos, porque es demasiado lento y require demasiado movimiento del cuerpo, y usar sólo el revés a una mano. Además, hay muchas bolas a esquina, y siendo que la parte de detrás está tapada, es muy difícil colar las dos manos detrás y atizarle. Así que tengo trabajo doble: dejar de usar el revés a dos manos, y aprender a una mano.

Todos tenemos algún tipo de vicio en la disciplina que sea, en el trabajo, en el deporte, en las relaciones, etc. Son estructuras que nos montamos para poder funcionar. El caso es que, aunque ciertamente son una ayuda para utilizar nuestros recursos de ese momento en aquél entorno de una manera automática (evolutivamente, sin gasto de energía adicional), es también difícil de cambiarlas por una manera mejor de hacer las cosas cuando algo cambia, en uno o en el entorno. Hay que desaprender lo viejo, para aprender lo nuevo. Lo bueno es enemigo de lo mejor.

Hablando de desarrollo personal, autoconocimiento, etc. he oído mucha gente que llegado el momento te dice, "yo es que ya me conozco mucho porque me llevo trabajando desde siempre". Yo mismo lo he dicho varias veces.

Veo que los que somos así, seguramente tenemos muchos vicios cogidos, de los cuales nos será difícil desembarazarnos si queremos hacerlo mejor. En este escenario, es doblemente difícil desarrollar nuevas cosas, o más bien, que permanezcan - en cuanto se vuelve a la rutina, la fuerza del automatismo anterior se impone de nuevo.

Determinar los vicios de uno en este caso es difícil. Seguramente conocemos y hemos aceptado algunos de ellos, otros no tanto. Por otro lado, cada día reforzamos algunos o creamos nuevos vicios. Saber cuáles son es una información muy valiosa para poder ampliar áreas de conocimiento y desarrollo.

¿Cuáles son tus vicios?

viernes, 2 de enero de 2009

Sangre en el tintero

Escribiendo el post anterior, me doy cuenta de que en verdad hay bastante por decir - sólo hay que seguir rascando.
Intentaré hacerlo, qué cojones.

Doce uvas después

Incumplo soberanamente mi idea de haber escrito cada día algo, que era una idea que el tutor propuso hace más de año.
Tampoco me importa mucho. Pero hoy no sé qúé hacer hasta dentro de media hora que me pasarán a buscar para salir, y me acuerdo de que tengo este tinglado algo olvidado.

Quiero creer que no tengo olvidado mi desarrollo. Pero hace mucho que no escribo del cómo estoy.

Ahora mismo estoy algo nervioso, ligeramente, sin saber muy bien qué hacer. Me pasarán a buscar luego para ir a casa de unos amigos, pero tampoco me apetece demasiado ir. En fin, en parte sí, pero vaya.
Por otro lado, con mi ligue, no me atrevo a avanzar mucho. No quiero nada serio por ahora y menos en la distancia. Pero ella es muy cariñosa, demasiado, ya sabes.
- "Hola, me apetecía hablar contigo"
- "Ah, hola... pues dime"
- "Ah.... no sé. Cuéntame algo tú".
Cuando estoy haciendo otra cosa, pues no me apetece hablar para hablar de nada. Al menos puedo hablar de eso con ella abiertamente. En otras relaciones anteriores no he tenido tanto aguante - o si lo he tenido, pero me he rayado más y cultivaba sentimientos de odio hacia la persona. ¿Es que no ves que no me interesa? No te voy a dejar de querer de hoy a mañana, coño. En fin... hombres y mujeres.

Estoy en un estado de letargo en general, pero bastante tranquilo. Me siento en una etapa de descanso, como si estuviera recobrando el aliento y la fuerza para avanzar hacia donde yo quiera cuando quiera. Las cosas me dan más igual, y aunque me noto bastante poco energético en general, me parece que la vida pasa por mí en vez de yo por ella... en fin, espero pronto dar un paso adelante, seguido de otros...

Una cosa no ha cambiado desde mis primeras sesiones: si me preguntas un deseo, no te sé qué decir. No tengo deseos íntimos, o al menos no puedo verlos.

Me he conocido otras veces, otras temporadas, y me noto más mezquino que de normal. Cuando juego a algo, no disfruto jugando sino ganando. Esto hace que me aburra o pierda interés en cuanto no puedo ganar o me va mal. Y ganando tampoco es que sea para tanto - sino que sería lo normal. Especialmente desde 2006, desde mi anterior relación. Quiero retomar la tranquilidad, la paz, la no-mezquindad. Me da miedo que implique demasiada seriedad aparente, o perder ciertas sensaciones fuertes del camino, pero quizás es lo que va más con mi carácter y yo no quiero aceptar.

Voy retomando la curiosidad por las cosas, me van interesando temas como, aparte del desarrollo personal, la economía especialmente - orientada a la filosofía del cómo funcionamos, estoy descubriendo que están muy próximas.

Retomando el tema de la formación, empezaremos segundo a final de Enero. El otro día, viendo la factura del curso, pensé que si no saco de esta formación todo lo que me puede dar, yo seré el tonto. Y no sólo eso: tiene mucha posibilidad de aprendizaje más allá de lo que la propia formación ofrece. Es una de esas cosas en las que "el alumno interesado" puede trabajar paralelamente y ampliarse.
Reconozco que habré leído uno o dos nada más de los capítulos que se supone deberíamos leer después de cada taller, para profundizar en el tema, etc. del libro de Paco Peñarrubia "Terapia gestalt: la via del vacío fértil". Y me faltan un par de memorias. Hm, bueno, ya iremos haciendo.